Familiares exigen justicia y cierre total del club Los Cotorros

Momentos de angustia vivieron familiares y presentes en el club Los Cotorros de El Paraíso, cuando alrededor de la 1:00 am se registró la explosión de una bomba lacrimógena, que ocasionó pánico y una estampida entre la multitud que trató de huir y dejó a más de una decena de fallecidos por asfixia y traumatismos.

“Yenifer se me murió, traté de ayudarla”, fueron las primeras palabras que Barbara Barcenas le dijo a su madre. Barcenas es una de las sobrevivientes y asistió al local con su hermana, donde se presume, se encontraban 500 personas. Su hermana dejó huérfana a una niña de 6 años.

Entre llantos cargados de dolor, familiares acompañaron a jóvenes sobrevivientes de la explosión a declarar ante el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc).

“Tiene que hacerse justicia y cerrar ese loca, eso no sirve”, denunció Haydee Berríos, hermana de uno de los jóvenes fallecidos. Así mismo, insistió que era una injusticia y que el culpable tenía que pagar.

A las afueras del club yacían abandonados varios zapatos desiguales que reflejan la atrocidad del suceso, donde la mayoría de los fallecidos eran menores de edad. El espacio del local era reducido para los cientos de personas que albergó, denunció el concejal opositor Jesús Armas. “No es un gran espacio y eso no debería autorizarse”, manifestó.

Barras de metal cubrían las puertas y ventanas del recinto, un cárcel descolorido se encontraba en las afueras del edificio de ladrillo rojo que decía “¡Hemos abierto!”. Las estrechas escaleras eran el único medio para entrar o salir.

“No, son 34 muertos, entre niños de 13 años hasta 22 años”, declaró Edilia Rosario, madre de una de las víctimas.

Rosario rememoró que a las 4 am se encontraba en el hospital Perez Carreño y allí nada más se contaba 20 personas muertas. Asimismo, relató que su hijo ya había fallecido porque era asmático y no tenía a la mano su inhalador.

“El local no presta las condiciones, tenían niños menores de edad. ¿Dónde está la supervisión para los locales nocturnos?”, puntualizó Rosario.

Asfixia y politraumatismo fueron las causas de muerte de más de una decena de adolescentes y jóvenes.

Estudiantes de un puñado de instituciones académicas se congregaron la noche de este viernes para celebrar y bailar, cuando un sujeto desconocido manipuló la bomba lacrimógena que desató el caos y la fatalidad.

El hijo de 17 años de Luis Berrios fue tan solo, uno fallecido más en la lúgubre lista de caídos. Berrios se encontraba en Barinas cuando, a las 3 am, recibió la llamada donde le informaron que su hijo estaba muerto.

Berrios explicó que a su hijo lo invitaron a la fiesta y que posterior, se enteró que no tenía su cédula de identidad porque el adolescente se la robó para asistir a Los Cotorros. A las 5 am llegó a Caracas buscando información sobre lo que había sucedido.

“Sentí fue la bomba en mis ojos”, expresó Nazareth Duque, una de las sobrevivientes del suceso. De igual forma, denunció que uno de los golpes que tiene se lo hizo un guardia.

“Ayúdenme, ayúdennos”, rememoró Nazareth. Según su versión, ella les gritaba a los guardias que los socorrieran pero obtuvo como respuesta un golpe en la cara. “Nadie nos ayudaba, nosotros hacíamos lo que podíamos, entre nosotros mismos nos ayudábamos”, puntualizó.

“Hasta donde sé, se habla de 30 muertos más o menos”, declaró Duque, lo que es un gran contraste a la cifra proporcionada por el ministro de Interior, Justicia y Paz, Nestor Reverol.

DC / Caraota Digital

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