Candidato a presidente catalán promete trabajar «sin descanso» por la independencia

El Parlamento catalán fracasó este sábado en su primer intento de investir como presidente al editor independentista Quim Torra, que se mostró fiel a su antecesor Carles Puigdemont, actualmente en Alemania, y prometió trabajar «sin descanso» para construir una república independiente de España.

El discurso nítidamente rupturista indignó a la oposición y al gobierno español pero no sirvió para convencer a la facción más radical del independentismo, cuya abstención impidió que Torra alcanzara la mayoría absoluta necesaria para ser investido en primera ronda.

El Parlamento declinó su elección por 66 votos a favor, 65 en contra y 4 abstenciones. Este mismo resultado le serviría para ganar el lunes en una segunda votación que solo requiere de mayoría simple.

Su investidura pondría fin a seis meses sin gobierno en esta región con la autonomía intervenida por el gobierno español de Mariano Rajoy tras la fallida declaración de independencia del 27 de octubre y el cese del expresidente Puigdemont, ahora en Alemania.

Después de ver bloqueada judicialmente su reelección por estar en el extranjero, el líder independentista designó a este editor de 55 años, novel en política, para asumir «provisionalmente» la presidencia interior de Cataluña, reservándose para él el título de «presidente legítimo en el exilio».

«Quiero dejar claro que nuestro presidente es Carles Puigdemont», dijo Torra, que se definió a sí mismo como un dirigente «de transición» a la espera del retorno de Puigdemont.

– «Construir un Estado independiente» –

Fiel a la estrategia rupturista de su líder, Torra prometió reanudar el proceso lanzado con el referéndum ilegal del 1 de octubre y la proclamación de una república que nunca se hizo efectiva.

Al contrario, la rica región de 7,5 millones de habitantes pasó a estar controlada por Madrid y hasta 25 dirigentes políticos fueron procesados por la justicia por rebelión y otros delitos.

Nueve de ellos fueron encarcelados y otros siete marcharon al extranjero, entre ellos Puigdemont, detenido a finales de marzo en Alemania y pendiente de un proceso de extradición.

Estos antecedentes no amedrentaron a Torra, que prometió «construir un Estado independiente» y «trabajar sin descanso para la República».

Su gobierno, anunció, recuperará leyes suspendidas por la justicia española, reestablecerá la red de «embajadas» para promover la causa independentista cerradas por Madrid e iniciará la elaboración de la futura constitución catalana.

Aun así, se mostró dispuesto «a dialogar mañana mismo» con Rajoy y, en inglés, llamó a la mediación de la Comisión Europea, lamentando «el silencio inaceptable» de las instituciones comunitarias ante la crisis catalana.

Su intervención fue inmediatamente respondida desde Madrid con un comunicado del gobierno español, reprochándole su «discurso sectario y divisorio, renunciando a gobernar para el conjunto de los catalanes y alentando las tensiones».

También encendieron los ánimos en la cámara catalana, reflejo de una sociedad dividida casi a partes iguales entre partidarios y detractores de la independencia.

«Es una oportunidad perdida para iniciar la reconciliación» entre catalanaes, criticó Inés Arrimadas, líder del partido de centroderecha Ciudadanos, el más votado en los comicios regionales.

«Usted representa al nacionalismo identitario excluyente», añadió recordando una serie de tuits antiguos del candidato con comentarios muy ofensivos contra los españoles.

– Resultado incierto –

Aunque los independentistas disponen de mayoría absoluta en la cámara tras las elecciones de diciembre (70 sobre 135), el éxito de Torra no está garantizado.

Respaldado por los principales grupos independentistas, su futuro está en manos de los cuatro diputados del partido independentista radical CUP, que ve como un «acto de vasallaje» ante Madrid no investir a Puigdemont y pide un programa más rupturista.

El domingo reúnen a sus bases para debatir su posición y la abstención de este sábado podría convertirse en un «no».

Eso haría fracasar la investidura y aumentaría el riesgo de unas nuevas elecciones, de convocatoria obligatoria si no hay gobierno antes del 22 de mayo.

Las divisiones internas o las trabas de la justicia a candidatos independentistas fugados o encarcelados impidieron la elección de un presidente y llevaron la región a una larga parálisis.

Estas divisiones amenazan con volver a aflorar ante las crecientes divergencias entre la estrategia de fomentar el conflicto de Puigdemont y Torra y la apuesta por la moderación de sus aliados del partido izquierdista ERC con los que deben formar gobierno.

DC / AFP

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