Periodista venezolano fue testigo de golpizas a Raúl Baduel en Ramo Verde (Video)

El periodista venezolano Sergio Contreras está convencido de que en su país la libertad no es un derecho sino un capricho del régimen, algo que comprobó en los 60 días que estuvo detenido por participar en una manifestación y que lo llevó a tomar el camino del exilio.

Contreras, también profesor de la Universidad Católica Andrés Bello, llegó esta semana a Medellín para asistir a la reunión de mitad de año de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), donde contó el drama de su detención y la odisea de su viaje de más de 800 kilómetros entre Caracas y la ciudad colombiana de Cúcuta.

“Hace un año, cuando estaba encargado de las redes sociales del periódico El Nuevo País, fui preso por la Policía Nacional Bolivariana por participar en una manifestación pública, como miles de venezolanos”, recuerda sobre su detención el 10 de mayo de 2017, en medio de las protestas callejeras que sacudieron a Venezuela.

Ese día comenzó su calvario pues fue entregado al Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), luego a la Dirección de Contrainteligencia Militar y conducido a una corte marcial que los juzgó como si fuese un militar “con todos los vicios procedimentales que se puedan imaginar”.

“En el expediente me fueron sembradas armas y explosivos, incluso armamento que decían que era de la Fuerza Armada Venezolana pese a que esas armas nunca hicieron parte de la dotación reglamentaria de las Fuerzas Armadas”, explica.

En la cárcel fue golpeado hasta el punto de que le causaron lesiones en cuatro costillas y en la pierna derecha.

“Lo cierto es que fui imputado de los delitos de traición a la patria, rebelión militar y sustracción de armas del Ejercito. Pasé 60 días en la cárcel de máxima seguridad militar de Ramo Verde y como el fiscal no pudo dar soporte a las pruebas fui dejado en libertad”, en parte porque el medio Caraota Digital grabó su arresto.

En Ramo Verde fue compañero de detención del dirigente opositor Leopoldo López, a quien no podían saludar los demás detenidos porque de hacerlo eran encerrados en una celda de castigo de 2×2 metros llamada “El tigrito”.

“En las cárceles venezolanas el hecho de estar preso por razones políticas es algo absolutamente monstruoso”, afirma al recordar su confinamiento de varios días en “El tigrito” como sanción por haber recibido una felicitación de cumpleaños de otros compañeros.

Asegura que en Ramo Verde pudo ver “como golpeaban al general (Raúl Isaías) Baduel” que fue ministro de Defensa del fallecido presidente Hugo Chávez y quien lo restituyó en el poder después del golpe de estado del 11 de abril de 2002, y los “tratos crueles” que le daban a Leopoldo López.

“Pude ver cómo generales activos visitaban a sus hijos que estaban presos conmigo solamente por emitir alguna opinión contraria al Gobierno”, dice.

Por todo ello afirma que puede “dar fe de la cantidad de militares que se encuentran presos solamente por demostrar que tienen algún vestigio de ADN democrático”.

“Venezuela se encuentra sumida en una profunda represión y un uso inescrupuloso del andamiaje público para reprimir y perseguir cualquier idea democrática”, manifiesta.

Enseguida enfatiza: “En Venezuela la libertad es un capricho del régimen; tú eres libre, sales de la cárcel siempre y cuando el Gobierno quiera que salgas, no hay nadie que tenga garantizada su libertad, no la tienen garantizada los dirigentes políticos, ni los periodistas, ni ninguno de los ciudadanos”.

Contreras explica que pasados ochos meses debería haber sido sobreseído su caso, pero eso no solo no sucedió sino que pasó a ser vigilado y perseguido por agentes del Sebin, por lo cual tomó la decisión de enviar a su esposa embarazada y a su hijo de nueve años a España, donde espera reunirse con el ellos en breve.

“Por eso es que he decidido salir de Venezuela para solicitar asilo en un país que represente la seguridad para que mi familia y yo podamos estar tranquilos”, afirma.

Para conseguirlo atravesó media Venezuela en automóvil en un recorrido hasta la ciudad fronteriza de Cúcuta, desde donde se trasladó también por tierra a Medellín para asistir a la reunión de la SIP y desde aquí seguirá su viaje, esta vez en avión hasta Madrid.

“Recorrí más de 800 kilómetros de Caracas a la frontera, pasé exactamente por 47 puntos de control y en siete de ellos me detuvieron y me pidieron que me identificara; gracias a Dios llevaba un carné de la prensa y una chaqueta roja (color del chavismo) lo que de alguna manera me ayudó a evadir los controles”, recuerda.

Sumados los tiempos, “ha sido un viaje de más de 30 horas” entre Caracas y Medellín “pero que sin duda alguna bien vale la pena” por alcanzar la libertad, concluye.

 

DC / Tal Cual

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