Mamá Venezuela y el doctorcito. Por Eugenio Montoro

Hace mucho las sociedades científicas inventaron los “modelos” como aproximaciones a una realidad más compleja y difícil de analizar. Los modelos son mejores cuanto más se parezcan a alguna situación cotidiana y sean fácil de comprender.

La realidad política de Venezuela no puede ser más compleja y, por ello, la aplicación de algún modelo nos ayudará mucho a analizarla. Probemos.

La señora Venezuela está muy enferma en la UCI del hospital. Se conoce que está así por cuanto la infectó un virus muy malo llamado socialismo del siglo XXI, que realmente es un coctel de virus marxistas,grupos irregulares, alta corrupción y viruelas de narcotráfico. Una enfermedad dictatorial de las más duras, pero conocida en cuanto a su diagnóstico y tratamiento.

Para curar a mamá Venezuela los médicos saben muy bien lo que hay que hacer. Solo se necesita una sencilla operación electoral en condicionesantisépticas. Pero los malos de la película (siempre hay malos) no desean que se ejecute la operación y, para evitarla, mantienen sucio el recinto donde está la enferma y también el quirófano con inmundicias podridas a montón.

Un grupo de médicos especialistas, llegan a coincidir, ya que es imposible operar en esas condiciones,sobre lo que se debe hacer para que mamá no muera. Le inyectan grandes dosis intravenosas de una vacuna llamada “apoyo internacional de sanciones, intervenciones humanitarias o de cualquier tipo”. En el otro brazo le inyectan, también intravenosa, una fuerte dosis de “unidad en la oposición ligada con una ampolla doblede desconocer unfraudulento llamado a elecciones”.

Pero de pronto,uno de los médicos del equipo tratante,que es impetuoso, ambicioso y con ganas de figurar se separa del grupo de galenos y grita que él tiene la solución. Dice que hay que operar a la paciente sin importar el ambiente. Dice que él lo hará y salvará a Venezuela. El grupo de médicos, aterrado, le dice que eso es una locura pues la paciente no resistirá la operación y que además debilita todo el tratamiento que está recibiendo. Hasta los médicos en el exterior lo critican y le sugieren que deje la vaina y que vuelva al grupo.

Henri, que así se llama el médico aventurero, sigue con su idea y trata de limpiar un poco el sucio de la paciente con la mano, pero los malos de la película traen más barriles con sucio podrido y lo derraman encima de todo el cuerpo de la paciente. Todos esperan que Henri vea el gran peligro, pero sus ganas de figurar como el médico salvador lo ciegan y juega a que ocurra un milagro y los anticuerpos de la paciente se reanimen. Solo piensa en la recompensa que recibiría si mamáVenezuela se salva. Razona que le será fácil echarle la culpa a otro si ocurre algo. Anda incluso de pregonerodiciéndole a todo el mundo lo que hará en Venezuela en cuanto se anime gracias a él. Será el médico estrella y el jefe supremo del hospital. Que nota. Las cadenas de TV para él solito. Que felicidad. Bueno, claro, si la enferma se salva.

¿Qué bicho le picó al doctorcito? Muchos dicen que los malos de a película le convencieron de hacer la operación sucia pues siguen siendo sus amigos. Quién sabe. Lo cierto es que mamá Venezuela está muy mal. Sus millones de anticuerpos que son los ciudadanos estándebilitados por la infección, lo que hace mucho más peligrosa la operación de Henri.

Pero bueno aún tiene unos días para reflexionar y no operar. Tiene también la oportunidad de volver al grupo de médicos y ayudar. Eso le gustaría a la paciente y la animaría mucho. Hasta los anticuerpos se reforzarían. Veremos.

 

DC / Eugenio Montoro / montoroe@yahoo.es

 

 

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