Falta de transporte y alimentos aleja a estudiantes universitarios del aula

Cinco años atrás los pasillos de las universidades se encontraban repletos de jóvenes, muchos de los cuales reían, charlaban y sobre todo, contaban sus sueños. En su mayoría, los jóvenes mostraban su alegría, y confiaban esperanzados vivir en un mundo que les permitieran mejorar su calidad de vida.

En ese ambiente de camaradería, se desbordaba el futuro de cada uno de ellos, mientras predecían lo que iba a ser de sus vidas si lograban coronar el esfuerzo, la disciplina y el trabajo.

Sin embargo, con el correr de los días, los pasillos de la universidad comenzaron a quedar solos. Las risas de los muchachos ya no se escuchaban y la soledad copaba todos los espacios del campus.

Era imposible ver las aulas de esa manera, es decir, sin profesores y sin estudiantes. La mayoría de los alumnos había desertado y los pocos que andaban por los pasillos lo hacían para despedirse de aquel recinto que fue por mucho tiempo su segundo hogar.

Resulta difícil alcanzar lo que siempre se ha deseado, y si bien debemos perseverar en todo lo que aspiramos en el transcurso de nuestras vidas, pero desafortunadamente la realidad a veces golpea sin misericordia, aun cuando se hace todo lo posible por alcanzar las metas.

En ese sentido, los estudiantes venezolanos realizan grandes esfuerzos para continuar sus cursos universitarios, muchos de ellos tienen la opción del horario nocturno, pero en los últimos tiempos se han reducido esas posibilidades, debido a la inseguridad y la grave crisis de transporte. La matrícula es hoy muy baja por lo cual las autoridades rectorales han preferido cerrar las secciones o trabajar de forma virtual.

Todos los problemas mencionados y otros que forman parte de la rutina estudiantil han conspirado contra todos los esfuerzos del proceso de crecimiento de cada estudiante universitario, por lo cual un buen número de cursantes se ha visto en la imperiosa necesidad de interrumpir abruptamente la posibilidad de convertirse en un profesional. Más aún cuando muchos de ellos han tenido que enfrentarse a una gigantesca crisis económica que parece no tener fin.

La universidad pública está en crisis

Carlos Meléndez, profesor y director de la Licenciatura en Desarrollo Humano de la Facultad de Humanidades de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA), señala que en la crisis por la cual atraviesa el sector universitario se trata de identificar los factores internos y externos de la deserción estudiantil; entre ellos el transporte público y la escasez de alimentos.

“Los estudiantes se quejan de no poder comer en sus casas, entre otras carencias que desmejoran notablemente su calidad de vida, además desde el 2014 muchos han migrado tras perder las expectativas de un mejor futuro en su nación”, comenta Meléndez.

El panorama venezolano no brinda oportunidades para mejorar el bienestar de vida, razón por la que la coordinación de Licenciatura en Desarrollo Humano de la UCLA, ha experimentado una deserción del 60 % de estudiantes y un 12 % de docentes especialistas en el área, quienes en oportunidades son reemplazados con profesores jubilados de otras instituciones.

Del mismo modo, las universidades siguen siendo el espacio idóneo donde no te castigan por pensar distinto, pero las necesidades básicas dentro de los recintos crean un ambiente desfavorable.

“El servicio de transporte no está en funcionamiento, en el comedor sirven yuca con ensalada o una papa sola, la infraestructura de las sedes cada día está en deterioro, en la sede postgrado de la UCLA los baños no sirven, la bomba de agua está averiada, la oficina de la dirección no tienen aire acondicionado y el techo está deteriorado”, declara el profesor Carlos Meléndez.

El Carabobeño

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