¿Es peligroso beber agua embotellada?

El reciente descubrimiento del envenenamiento del agua embotellada por micro partículas de plástico ha suscitado un leve pánico entre las personas. Un nuevo estudio ha querido comprobar hasta qué punto esto resulta un riesgo significativo para la salud.

La investigación, llevada a cabo por Orb Median (un consorcio mundial de periodistas) muestra que el 93% de 259 botellas analizadas contenían microplásticos. Estos tenían un promedio de 10 partículas más de ancho que 100 micras, o lo que es lo mismo, aproximadamente el ancho de un cabello humano por cada litro de agua.

Las botellas empleadas para la investigación se compraron en ciudades de continentes diferentes, menos de Europa. Sherri Mason, de la Universidad Estatal de Nueva York y autor del trabajo, encontró que el 54% de estas partículas eran de polipropileno (el plástico con el que se fabrican las tapas de las botellas), lo que sugiere que las tapas pueden haber sido la fuente de las partículas de plástico. Por otra parte, alrededor de un 4% eran lubricantes industriales, lo que indica que la contaminación del agua se había producido en la fábrica.

Se encontraron partículas aún más pequeñas, una media de 325 de estas por cada litro. Sin embargo, algunas de las muestras contenían un índice mucho mayor. Dado su reducido tamaño, no se ha podido verificar al 100% que se trate de mircroplásticos, aunque todo apunta a que lo son. Estos representaron el 95% de todas las partículas encontradas, y abarcan un tamaño desde 6.5 a 100 micras.

Con estos resultados, se plantea la importancia de ingerir estas sustancias. Según Richard Thompson, de la Unidad de Investigación de Desechos Marinos Internacionales de Reino Unido, “no hay evidencia clara sobre los riesgos para la salud humana”. El científico apunta a que todo depende de la cantidad a la que estemos expuestos. Asegura que lo más probable es que las cantidades de partículas en agua embotellada sean mínimas en comparación con otras fuentes, como partículas de polvo y fibras textiles en el aire, o en alimentos como mariscos y crustáceos, que directamente absorben las partículas del mar.

Un estudio sobre microplásticos en pescados y mariscos realizado por la Organización de Alimentos y Agricultura estimó que los riesgos para los consumidores de mariscos son probablemente mínimos, pero merecen una investigación más profunda. Los resultados mostraron que más del 90 % de los micro y nanoplásticos ingeridos terminan siendo expulsados por las heces. Tan solo aquellos de menos de 20 micras de ancho parecen tener más potencial para atravesar la sangre y acumularse en los órganos, pero se desconoce si esto es dañino. Solo en grandes dosis (casi irreales) habría signos de preocupación por inflamación del hígado y la inmunosupresión, algo que hasta el momento no ha ocurrido en humanos.

El estudio asegura que el riesgo de los peces es pequeño porque los microplásticos probablemente solo se encuentran en sus entrañas, que se eliminan antes de que los consumamos, y la exposición sería mínima a partir de mariscos consumidos en su totalidad.

Thompson duda de que haya alguna razón para entrar en pánico por los hallazgos de agua embotellada. Además, asegura que, teniendo en cuenta la alta calidad del agua del grifo, es innecesario consumir tanta agua embotellada en zonas occidentales. Según él, es más preocupante pensar en el impacto ambiental que causa producir y transportar algo que realmente no se necesita.

 

DC / DERF

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