La batalla de precios bombardea a diario el salario mensual

En los mercados populares la presencia de precios “caros” en los inventarios de víveres y verduras marca el acelerador de desesperación de los compradores.

“Hay un desabastecimiento de alta preocupación. No se consiguen productos, como el azúcar, y la que se ve es imposible adquirirla”, asegura Yamelis Socorro, profesora universitaria. Explica que hay negocios en la ciudad donde desaparecieron los productos y se convirtieron en paredes con estantes de hierros sin “nada” que ofrecer a los consumidores. “Otros tienen precios que no puedes llevar”.

Para cubrir el alza, los compradores están sin capacidad financiera, y aun no cuentan con el incremento de salario decretado por el presidente Nicolás Maduro de 40 por ciento. Sí sienten las consecuencias del ajuste salarial sin contener el costo de la canasta alimentaria.

El ingreso mensual se fijó en 797 mil 510 bolívares, incluida la bonificación por alimentación de Bs. 549 mil. Los gastos en comida, solo para 10 rubros, trepa a un millón 807 mil bolívares. Lo que adelanta la escalada al cierre de enero.

La azúcar con precio “justo” de 18 mil 758 bolívares el kilo, se expende sobre los 120 mil bolívares. Y así están “todos”, recalca Nulis Marín, ama de casa, al mencionar la compra de harina de maíz. “Temprano compré a 100 mil bolívares y el arroz a 120 mil”.

Los precios oficiales, autorizados por la Sundde, a finales de noviembre de 2017 se fijó a nueve mil 900 bolívares para la harina. Pero en la segunda semana de diciembre se marcó a Bs. 28 mil 500, por debajo de la realidad comercializada en los mesones de los comercios ubicados en los mercados. Igual ocurre con el cereal en grano. El empaque selló precio de 15 mil 560 y en los negocios se vende 671 por ciento más.

“Hacemos un llamado a las autoridades competentes. Exigimos por el bienestar de las familias venezolana porque no podemos con esta situación. Hay precios demasiados desorbitantes. Un cartón de huevos a 220 mil bolívares, el queso a 350 mil. No se puede (comprar) con el salario”, acusa Wilmer, Semprún, trabajar.

“Hay que tener un millón de bolívares diarios para poder comer tres veces”, estima Janeth Olivar, diseñadora, y ahora desempleada. Relata que debió “cerrar el negocio. No llegaban clientes porque la gente prefiere comer. Quien me mantiene es mi esposo”.

LV

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