Ser un niño en medio del éxodo venezolano…

Muchas familias que decidieron salir de Venezuela en busca de un mejor futuro están en Cúcuta. Los pequeños intentan hacer las actividades cotidianas de su edad, juegan con un balón y tratan de hacer amigos. Son las 11.00 de la noche y aún no parece ser hora de ir a dormir. “Quizás, si las circunstancias fueran diferentes ya deberían estar en cama, pero aquí ni cama hay”, dice con impotencia una de las madres.

Hace dos semanas, esa es la realidad que viven. Decidieron salir de Venezuela en busca de un mejor futuro, porque pese a tener casa y cama segura, no podían alimentarse bien, publicó La Opinión de Cúcuta.

Desde que llegaron al Norte de Santander, duermen en el piso de una cancha cubierta junto a otros 400 venezolanos. Se refugian en las noches tras haber pasado el día deambulando por las calles en busca de trabajo o limosnas. “Ya olvidé lo que era desayunar, almorzar o cenar”, dice un adolescente de 14 años proveniente del Táchira.

Por las mañanas sale a pedir monedas para conseguir con qué comer, mientras recorren las calles que nunca había visto. Aprovecha para pedir un baño prestado o el descuido para hacer sus necesidades detrás de un árbol. No tiene horario para dormir o que cumplir la tarea de lavarse los dientes antes de ir a la cama, que es una sábana sobre el piso frío de cemento junto a su mamá y su hermana. Siempre están expectante por si un carro se estaciona cerca. Es señal de comida.

No sabe mucho de política pero asegura que necesita que su país vuelva a los “buenos tiempos”. Pese a que esta con sus papas, estar en medio de desconocidos no les permiten conciliar el sueño con facilidad. Extrañan a su mascota, sus amigos, su hogar.

LV

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