El río de los dioses queda en Colombia y se llama Caño Cristales

La belleza indescriptible de Caño Cristales le ha hecho ganar nombres como “El Río de los Dioses” o “El Arcoíris que se Derritió”, convirtiéndolo en un destino obligatorio cuando se visita Colombia.

Está localizado en la Sierra de la Macarena, en el departamento del Meta. Su longitud no es mucha, tan solo 100 km ni sobrepasa los 20 m de ancho

Lo que lo hace único son las algas acuáticas que se reproducen en su lecho y dan al río hasta seis colores diferentes: verde, negro, amarillo, rojo, azul y rosado, básicamente.

 

Un territorio ancestral

El nacimiento de este río se encuentra cerca de los tepuyes de la Sierra, en un área empinada donde hay numerosas pinturas rupestres que no han sido estudiadas.

En su recorrido podemos observar cascadas, rápidos, correones y pozas. Sus aguas son de tal pureza que permiten ver su fondo y disfrutar de sus colores únicos.

Durante la época de sequía adquiere un tinte rojo, debido a que el nivel del agua baja y predominan las algas que tienen esa coloración.

Se calcula que las rocas de La Macarena tienen alrededor de 1.200 millones de años y forman parte de la prolongación del Macizo Guayanés de Venezuela, Guayana y Brasil.

 

Flora y fauna únicas

La sierra es hogar de 420 especies de aves, 10 de anfibios, 43 de reptiles y 8 de primates.

Contradictoriamente, Caño Cristales carece de peces, pues posee pocos materiales de arrastre y sedimentación.

¿Cómo llegar?

Para visitar este hermoso paraje, se debe llegar al municipio de La Macarena, en el departamento del Meta.

Desde Villavicencio se puede tomar una avioneta desde el Aeropuerto Vanguardia, sale todos los días.

Mientras que desde Bogotá sale un vuelo chárter con la operadora Vinatur Colombia. Estos son los más recomendados por ser cómodos, seguros y frecuentes.

Una vez en La Macarena, se toma una lancha para atravesar el río Guayabero (donde desemboca Caño Cristales).

Finalmente, se realiza una caminata de 3 kilómetros hasta la entrada del parque.

Se aconseja visitar el sitio de junio a diciembre, durante la temporada lluviosa, cuando las algas están en su esplendor.

Es importante reservar con tiempo la entrada al parque, pues se limita el número de visitantes diarios por razones ecológicas.

 

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