Crisis del efectivo pone en riesgo a pensionados

Un fallecido en medio del desespero por cobrar la pensión y tener 284 mil 11,90 bolívares en efectivo. Ayer en el banco Bicentenario, ubicado en Costa Verde, murió de un infarto Arturo Martínez de 68 años. Desde las 3.00 de la madrugada salió de su residencia en Don Bosco a retirar el beneficio del Seguro Social. Ahogado del calor y la presión de estar de pie, con hambre, fatigaron su salud.

“Él decía que sentía dolor en el cuerpo por el virus que está dando. La sobrina envió un atamel con un vecino y se lo tomó. Al rato se sentó. Estaba conmigo sentado y se paró cuando sintió la cosa. Lo ayudamos entre todos y lo metimos adentro del banco hasta que llegaron los familiares. Su sobrina. Y ya estaba muerto”, relata Hugo Rincón de 73 años, vecino del “callejón” de la calle 3D de Don Bosco, que cada mes le acompañaba a cobrar la pensión.

Martínez no deja hijos. Si sobrinas y una hermana con las que convivía. Con su pensión ayudaba a la familia. “Decía que este sábado cumplía 69 años. Yo lo traía. Nos acompañábamos todo el tiempo. No comía y tomaba agua para no ir al baño”, recuerda Rincón, mientras se reiniciaba la atención bancaria, paralizada por la conmoción.

La tragedia sorprendió a los más de 500 pensionados presentes en el Bicentenario. La lentitud en el inicio de operaciones deterioró el ánimo de las personas y afloró el cansancio de horas de esperas. Pasadas las 10.00 de la mañana, surgido en el calor se desvaneció Martínez. Los gritos de las mujeres alertaron a los vigilantes que corrieron a prestar el apoyo. “Una hora después llegó la sobrina y la furgoneta de la Policía Científica. Estaba muerto”.

El sexagenario no logró cobrar la pensión de noviembre, 177 mil 507 bolívares, ni el retroactivo de ajuste de pensión y diferencia del bono de guerra económica por 53 mil 252,23 bolívares, ni el bono de “guerra económica” del mes 53 mil 252,23 bolívares.

La tristeza invadió a la multitud mientras veía salir la manta blanca con la que envolvieron el cadáver del anciano. “Me dio temor. Esto es injusto, los bancos engañan a las personas. Nosotros estábamos afuera cuando pasó todo”, lamenta Johana del Valle Morán, sobrina de Eleida Morán de 67 años, al salir de la agencia donde le entregaron dos billetes de 100 mil y  84 mil en “billetes de mil” bolívares.

“Me siento mal por ver que no quieren atender a la gente. Cuando se murió el señor si dieron mandarinas, dieron agua en un pote. Primera vez que dan eso. Si fue un poco más rápido el pago, porque falleció el señor”, critica la razón de la ayuda, la joven empujando la silla de rueda de su tía.

Con hambre

Las historias de frustración por las horas de esperas para cobrar el beneficio, que parecía más un “calvario”, se repetían en las agencias del 5 de Julio y Avenida 72. “Aquí nos tienen bajo el sol, horas sin comer, sin agua, y nos dicen que se fue la señal”, grita Candelario Ávila de 84 años desde la 72.

Sin dinero para el pasaje o desayunar, el octogenario se formaba en la cola. Desde el domingo hacía guardia en la sucursal de la banca pública. “Anoche vine para ser de los primeros y estoy desmayado del hambre” vocifera mostrando sus brazos curtidos por el sol. “Soy pensionado y no quieren atender a uno”, insiste.

El banco reporta fallas en la continuidad de retiros. En 5 de Julio, Isabel Piña de 74 años de edad critica la desinformación para ofrecer el servicio a la tercera edad. “Me estaba desmayando, y otro señor vomito porque son muchas horas esperando”.

Desde otra agencia se replican los comentarios. “No me da pena decir no he comido nada. Y mi esposo Rigoberto Herrera está desmayándose. No hemos cobrado la pensión porque dicen que no hay señal y dinero. Solo atenderán a 40 personas. Necesitamos comprar las medicinas de él que es diabético, sino ya nos hubiésemos ido. Ya tiene los pies hinchados”, acusa Nery Martínez de 72 años de edad, en cola de la Avenida 72.

Las quejas y reclamos se multiplican. La llegada de una camioneta con cestas de mandarinas sorprendió al ‘gentío’. “Esto lo trae el Gobierno”, dice en voz baja el conductor. Las frutas serían repartidas a los lánguidos usuarios que esperan desesperados y esperanzados la entrega del efectivo.

La sede bancaria donde murió el sexagenario también estaba colmado de ancianos. (Foto: José Gil)

Un camión con mandarinas sorprendió a las personas que estaban en las colas. (Foto: José Gil)

LV

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