La corrupción somos todos, por Noel Álvarez (@alvareznv)

Un periodista del diario “La Tribune de Genève” preguntó a Jorge Luis Borges por qué había decidido vivir sus últimos días en Suiza. El laureado escritor gaucho respondió  “Yo deseo que mis restos descansen en tierra suiza, donde la honestidad es el valor más alto de la vida, y no en suelo argentino, donde la astucia es considerada como el valor supremo”. En Trujillo tenemos un refrán que dice: “de la mano vamos para misa”. Precisamente, la pretensión de creernos mas avispados que los otros es lo que nos mantiene en un estado de postración moral, como nación. Hecho que no es privativo solo de los políticos, por cierto.

 

En México, por ejemplo, todas las mediciones muestran que la organización política de mayor crecimiento es el partido “Morena”, de López Obrador, a pesar de que la población sabe que sus finanzas provienen de hechos cuestionables.  Los directivos de este partido, sin ningún desparpajo, hacen campaña señalando que sus recursos provienen de la corrupción y el partido se construye burlando a las autoridades electorales. La mayor tragedia, dicen analistas mexicanos, es que están ante el nacimiento de un nuevo eslogan: “la corrupción somos todos”. Parece que poco le importa a los millones de mexicanos que Morena puede ganar las elecciones del 2018 con dirigentes de no muy limpia trayectoria.

 

“La política es quizá la única profesión que no requiere preparación”. Esta frase fue pronunciada por el novelista escocés Robert Louis Stevenson, a finales del siglo XIX y continua más vigente que nunca. En nuestro país, Venezuela, muchos se meten a políticos una vez que han aprendido el arte de engañar a los demás y de confabular para defender intereses individuales o grupales, olvidando lo más sublime de la política: los intereses del pueblo.

 

Para los grandes pensadores la política debe consistir en la búsqueda del bien común. Eso lo aprenden quienes ingresan a la política partidista, pero defraudan esos principios, al utilizar sus conocimientos para engañar a los ciudadanos, ofreciéndose como redentores. Todos  tenemos nuestras visiones particulares de lo que es la convivencia social y el bien común. Algunos buscan congregarse en movimientos sociales y otros en partidos políticos, lo que no debe permitirse es que nuestras visiones sean “amarradas” a los intereses meramente grupales o partidarios, dejando de lado los servicios que deben prestarse a la nación.

 

El estadista  Bernard Marines Baruch,   consejero de los ex presidentes Woodrow Wilson y Franklin Delano Roosevelt, aconsejaba a sus conciudadanos votar por aquellos políticos que prometían menos porque eran menos susceptibles de decepcionar a sus electores. Si de engaños tratamos, en Venezuela hemos tenido políticos mentirosos a montón que nos han contado toda suerte de embustes, tales como:: Acabaremos la corrupción; no más aviones del Estado, erradicaremos los hampones, instalaremos computadoras para todos los escolares, convertiremos el río Guaire en un sitio turístico, Instalaremos cámaras y globos aerostáticos para el control y vigilancia, entre muchas otras.

 

 

Comparto el criterio de que para ser político no es necesario ser preparado académicamente, pero si tener una alta dosis de humanismo, honorabilidad y honestidad porque  el pueblo no partidarizado merece una oportunidad de escoger entre los mejores aspirantes. Es necesario que todos los actores sociales y políticos que aspiran obtener un cargo público tengan un comportamiento ético en la conducción política, en el manejo de los recursos públicos, en la atención de las demandas de la ciudadanía, en la conciliación de los intereses de los grupos, en el manejo de los conflictos y en la toma de decisiones de manera democrática.

 

DC / Noel Álvarez / Coordinador Nacional de IPP-Gente / @alvareznv

 

 

 

 

 

 

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