Democracias camufladas, por Alfonso Hernández Ortíz (@AlfonsoZulia)

Bastante se ha hablado y escrito sobre la democracia, sobre sus virtudes y ventajas al ejercerla como sistema político, sin embargo ya casi alcanzando la segunda década del Siglo XXI,  son muchos los desafíos que enfrentan los países Latinoamericanos producto de las democracias defectuosas, lideradas por gobernantes y políticos que se hacen llamar de  “izquierdas y derechas” y sus acciones y comportamientos son muy similares; ineficiencia en la gestión pública, escándalos de corrupción, señalamientos y excusas para justificar la alternancia en el poder, repitiendo los mismos vicios, volviendo a engañar a los electores con promesas incumplibles, propias de la clase política que en el pasado criticaron.

Ya lo había planteado el Politólogo, Norberto Bobbio, en su obra “El futuro de la Democracia”, al señalar que la democracia real se ve condicionada e incluso limitada por fenómenos como el aumento desorbitado de aparatos burocráticos apenas controlables, el elitismo tecnocrático y oligárquico de los dirigentes públicos y de diversos grupos de interés que restringen el modelo representativo, la mediatización e incluso manipulación de la participación política popular dada la escasa información cívica contrastada existente y la pasividad general, la privatización de lo público (el clientelismo) y la reducción del garantismo, es decir, del Estado de derecho por la imposibilidad de erradicar las prácticas irregulares del poder estatal oculto.

Aunándole, que el rendimiento de la democracia es escaso, dado la ingobernabilidad, resultante de la sobrecarga de demandas sociales que el sistema no está en condiciones de atender equitativamente. Así mismo por sus constantes escándalos públicos que se suscitan en cuanto se hacen visibles ciertas prácticas irregulares que no debían conocerse, que incluye una amplia gama de mecanismos perversos de privatización de lo público, como la patrimonialización del poder, la corrupción, la financiación irregular, el clientelismo e incluso crímenes de Estado.

En tal sentido, es menester para los ciudadanos reflexionar profundamente sobre el accionar de la clase política, en su pretensión de reelegirse en el poder o presentarse como opciones diferentes, muchos son los casos que se pueden tomar como referencia de aspirantes políticos y gobernantes que se hacen llamar demócratas y no son más que tiranos disfrazados, representantes del nepotismo, del abuso del poder del Estado para beneficiar grupos políticos, económicos, partidos, y castas familiares. Políticos que han hecho a través de sus partidos una carrera para servirse y no para servir al pueblo, demostrando su ineptitud y su naturaleza destructiva capaz de arruinar un país o de acabar con una ciudad, incapaces de rendir cuentas y de someterse a controles ciudadanos, ya que se consideran intocables e imprescindibles.

Sin embargo, el problema no está en la democracia, la corresponsabilidad es compartida, nos corresponde a todos los ciudadanos tomar conciencia sobre los males que infectan su buen desenvolvimiento, ya que todos somos actores del sistema. Se requiere que despidamos a la misma clase política que a través de la manipulación, tratan de confundir a los ciudadanos para perpetuarse en el poder, bajo esquemas de polarización, para alimentar a los mismos partidos políticos clientelares que anteponen siempre sus propios intereses al interés general, haciendo del ejercicio de la política una carrera sucia y detestable.

Ante esta realidad, es imperante que los ciudadanos responsables, comprometidos, participativos, exigentes y convencidos que la política es demasiado importante para delegarla en la misma clase política, asumamos el desafío de influir en nuestro propio destino, apoyando iniciativas ciudadanas, distintas a las que han acaparado el poder durante las últimas décadas, pervirtiendo y degradando la esencia pulcra de la política y socavando las oportunidades que brinda el verdadero ejercicio de la democracia.

Finalmente, no todo es responsabilidad de los partidos, los políticos o de las instituciones, en palabras de Vallespín de “las democracia bajo sospecha”, mi propuesta es reiterativa hacia los ciudadanos que aspiramos vivir en un país democrático, considerando que la tarea comienza por nosotros mismos, en como ejercemos el papel que nos brinda la democracia, si somos cómplices del continuismo, de los políticos aprovechados, mediocres y sinvergüenzas que acaparan el poder, carentes de legitimidad para gobernar o somos garantes del cambio, al servicio del bien común, para derrotar  las democracias camufladas.

 

DC / Alfonso Hernández Ortíz / Politólogo/Abogado / dialogopublico@gmail.com / @AlfonsoZulia

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