Palabras vs Resultados, por Eugenio Montoro

La costumbre de los políticos de hacer promesas de cualquier tipo a fin de lograr simpatías y votos ha sido tan repetida que ya pocos les creen. De cualquier forma, muchas personas gustan de recibir la visita y el abrazo del político, pues una de las cosasque disfrutamos los latinos es la de presumir de nuestra cercanía con el poder.

Una vez que el político ocupa el cargo usualmente se debe enfrentar a la realidad de que sus promesas requieren mucho dinero para realizarse y este siempre es escaso. Así que las bonitas ilusiones empiezan a modificarse o aposponerse.

Curiosamente cada año, los ministros y el presidente presenten grandes libroscon cubiertas y cintas de lujo donde muestran los “resultados de su amplia y vigorosa actuación”. En realidad, se trata de las modificacionesa las promesas,el reporte de los asuntos rutinarios y la inclusión de nuevas promesas que tampoco se realizarán. Por ejemplo, sidurante la campaña se prometió un nuevopuente,pero no hay dineropuesse fue hacia otros menesteres o haciaotros bolsillos, entonces se reacomoda la promesa, se anuncia que ya comenzó el proyecto y que se están haciendo los primeros estudios y los planos, que todo marcha bien y que solo hay que esperarun poco, así parece que la cosaavanza, aunque sea mentira.

En nuestra opinión la poca presión pública sobre el cumplimiento de compromisos tiene mucho que ver con la costumbre de aceptar el uso de las ruidosas palabras, que adornan y disfrazan todo,en lugar de los números que muestren en su frio silencio los verdaderos resultados. Evidentemente el que mide no puede ser el mismo que ejecuta las cosas, sería como si el que presenta el examen se pone él mismo la nota, por tanto, debe existir alguien independiente que mida el progreso y muestre la realidad.

Una empresa especializada, privada y contratada por la Asamblea Nacionalposiblemente sería el mejor mecanismo para medir los avances de las actividades de cada organismo y evitar que las elegantes “memorias y cuentas” sean solouna recopilaciónde tonteríascon papelillo de relleno.

La falta de información fiable es enorme y si los números son malos tienden a no publicarse o a modificar el método de medición. Por esto, todos los ministerios, direcciones y empresas de Estado deben ser medidas, en sus índices principales de funcionamiento y en el cumplimiento de las promesas, por un organismo independiente. Allí se verá con claridad cuál es la “nota” que saca el gobierno sin posibilidad maquillarla.

No en vano un científico apodado Lord Kelvin escribió “Si puedes medir aquello de lo que hablas y si puedes expresarlo en números puedes pensar que conoces algo del tema”.

Nuestra mala experiencia con el populismo rojo, donde el presidente gasta decenas de horas en cadenas nacionales tratando de mostrar con palabras las“verdades”, deberemos usarla para desarrollar un sistema “anti-paja” que mida en forma imparcial y sin piedad los resultados que al fin y al cabo son los únicos que, al ser buenos, mejoran nuestro País y nuestra calidad de vida.

 

DC/ Eugenio Montoro / montoroe@yahoo.es

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