La alharaca, por Julio Portillo  

Otra vez la alharaca del golpe de estado. Por enésima vez escuchamos los aspavientos del chavismo que hay en puertas un golpe de estado, una invasión. Pasa el momento, no se produce nada y el dictador queda en ridículo, engañó a la población. Una solicitud de Estados Unidos de garantizar la democracia y un exhorto de Julio Borges a la fuerza armada en el mismo sentido, era el argumento para decir que amaneceríamos con el Palacio de Miraflores tomado por golpistas y fuerzas extranjeras en las calles de Caracas.

 

La alocución con gritos de Maduro en un salón reservado para Consejo de Ministros, pero convertido la noche del 18 de abril en una reunión del Comité Central del PSUV, fue el escenario para un discurso de exageraciones. La guerra económica virtual quedó atrás. Ahora resulta según el dictador que el ataque de Estados Unidos a los fundamentalistas en Siria, Afganistán e Irak se hizo para impedir el progreso económico de Venezuela. Mayor cinismo no habíamos escuchado. Pero mientras denunciaba al imperio, se publicaba en las páginas de los diarios del mundo que el gobierno venezolano a través de la CITGO había donado más de 500.000 dólares para la toma de posesión de Tromp.

 

Maduro habló esa noche rodeado de gente sin méritos y unos patrioteros exaltados. No hablaba un estadista.  Anunciaba una militarización del país con unas milicias que apenas estaban aprendiendo el uso de las armas y dirigidas por el General Padrino, que horas después fue el hazme reír del mundo, al decir que Bolívar en 1897, en tiempos de la colonia, había pertenecido a unas milicias en Aragua. Se ve que Padrino no pudo haber aprobado en bachillerato Historia de Venezuela.

 

Al otro día las gigantescas marchas en todas las ciudades del país se convirtieron en el referéndum que el CNE se negó a implementar. En casi todos los pueblos la población fue reprimida, amenazada por Diosdado diciendo que quien se atreviera a hablarles a los militares sería declarado traidor a la patria y fusilado. Otra alharaca.

 

Mientras esto ocurría en Venezuela, el mundo no permanecía indiferente. Alemania, Italia, Brasil, Argentina, Perú, Uruguay, Marruecos, Costa Rica, Estados Unidos, México. China, España, El Salvador, Paraguay y Colombia, pedían respeto para la oposición en Venezuela, derechos humanos, elecciones. El Presidente Santos, en un mea culpa, denunció en la ONU la militarización y se atrevió a decir que la revolución chavista era un fracaso. La respuesta de Maduro no se hizo esperar, amenazó con revelar secretos de las negociaciones con las FARC. Increíble, Venezuela que fue acompañante de buena fe.

 

Hay una ley inexorable: ningún régimen despótico sobrevive por siempre. Como bien apuntara un líder sindical guayanés “solo un gobierno moribundo, puede dispararle a su pueblo”. A este gobierno se le acabo la astucia. No tiene diplomacia. La policía y la guardia nacional están desmoralizadas. Maduro carga ahora con otros doce muertos. Autócrata irracional en pánico.

 

 

DC / Dr. Julio Portillo / Ex Presidente de Academia de Historia / julioportillof@gmail.com

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