Política de espectadores, por Ana María Osorio (@osorioanamaria)

En la actualidad los ciudadanos reclaman acciones concretas para salir de la crisis por la cual atraviesa el país,la cual afecta hasta las entrañas de los venezolanos, pero ¿por qué seguir en la espera de que otros actúen, cuando solo la fuerza de las masas es quien puede gestar el cambio?. De allí, que la espera se hace eterna, porque en vilo quedan sobre los monitores y pantallas los ciudadanos por una noticia que vislumbre una esperanza de salida a la agobiante crisis. Y en este punto se hace necesario llamar a la reflexión al ciudadano, a ellos que en masa constituyen el pueblo, si realmente quieren un cambio, deben empezar por cambiar ellos mismos. Si no quieren ser utilizados por actores políticos solo para alcanzar el poder, y en cambio quieren actuar en pro de concebir una democracia realmente justa y equilibrada, deben dejar de comportarse como el “rebaño desconcertado” que denominaba Walter Lippmann (Estadounidense, decano de periodistas norteamericano, destacado crítico de la política, teórico y filósofo de la democracia liberal, intentaba reconciliar la libertad y democracia en el siglo XIX).

El pueblo venezolano se comporta como ese rebaño, aquel que necesita ser orientado, que requiere que le digan cómo lo logrará pero además le ofrezcan los medios para alcanzarlo. Reflexiono ante este aspecto, y termino concluyendo que la propaganda política orientada a esa rebaño con efecto motivador y esperanzador será la primera vía para intentar recuperar a esa rebaño en un ideal que vayas más allá de la creencia absurda de que solo a través del paternalismo del Estado es que puede surgir; promoviendo el ejercicio productivo de cada ciudadano, para dar oportunidades al crecimiento de la sociedad, solo así el Estado venezolano dejará atrás la crisis y empezará a emerger de las cenizas en la cual ha sido dejado por el populismo y cultura de “regalías”.

Hoy en el siglo XXI la concepción de democracia que impera es aquella en la que los ciudadanos eligen un representante que les gobierne y a quien culparan de sus errores y fracasos, sin inmiscuirse ni establecer corresponsabilidad, dejandoclaro que toda crisis y deterioro del país es responsabilidad de quien lo gobierna, no de sus ciudadanos y mucho menos de los intelectuales o la clase trabajadora. Sin embargo, una sociedad democrática es aquella que dispone de los medios necesarios para participar en el gobierno de sus propios asuntos, con libertad de prensa y de pensamiento, sin controles del Estado sobre el ejercicio ciudadano en una relación de bienestar común.

Y en esta confrontación de democracia, la política en Venezuela es de espectadores, donde una oposición al gobierno se “une” en un bloque llamado MUD (para mostrar unidad y fuerza, pero a diario deja entrever la pugnas a lo interno y la autodemolición de sus integrantes), para esperar que el gobierno caiga; ciudadanos que ansían la llegada de un Mesías; empresarios que navegan en aguas turbulentas para crearse oportunidades ante la crisis; clase obrera que pierde su fuerza entre el hambre, lo desprolijo y la corruptela. Mientras todo esto ocurre, el gobierno es quien sigue haciendo el espectáculo, el que se vuelve noticia, el que genera información, esperanza en los sectores más desprotegidos y desaliento en el sector productivo.

No seamos espectadores, hoy el país reclama actores. De cada esquina, comunidad, parroquia podrán actuar para generar cambiar permeando así toda la geografía de Venezuela, dejar la proliferación de antivalores, e incluso de no juzgar la corrupción, ese flagelo que dejó de ser exclusivo de funcionarios públicos y pasó a ser compartido por los ciudadanos con el “bachaqueo”, “especulación y reventa”, “contrabando” y acciones que atentan en contra de los principios, la moral y las buenas costumbres, lo que en conjunto ataca directamente a la capacidad financiera del Estado. Lo que hoy se vive, si bien es cierto es producto de la incapacidad del gobierno (en representación del Estado) para atender las necesidades y establecer políticas públicas eficientes, no es menos cierto, que el ciudadano se convirtió en cómplice generando con su actuar mayores problemas en la economía interna. Basta de ser espectadores de la política es momento de ser Actores.

 

DC / Lcda. Ana Osorio / Periodista / Análisis del discurso / Marketing político / Locutora / osoriooanamaria@gmail.com / @marketingpolitico.amo / @osorioanamaria

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