Legitimidad de los partidos políticos, por Golfredo Dávila (@golfredodavila) 

Cada maniobra y cada arbitrariedad del régimen despótico deben ser rechazadas, por ello nos enfrentamos enérgicamente a la nueva estocada fraudulenta orquestada a través del CNE dirigida a proscribir a los partidos políticos. Ocasión que nos permitirá, además, colocar ante la opinión pública un debate sobre cuál es el rol de los partidos políticos en una sociedad y sobre todo en tiempos de catástrofe.

 

La legitimidad o no de un partido político no depende de la calificación que realice un régimen, menos cuando éste es ilegítimo y actúa al margen de la Constitución y las leyes. Una organización es legítima desde el momento en que un grupo de hombres y mujeres deciden crearla. Un partido es una agrupación consciente y voluntaria de individuos que son, en sí mismos, seres sociales; esto es, que conviven dentro de una sociedad en un estadio dado de su evolución y desarrollo, dentro de unas circunstancias históricas y políticas determinadas nacional e internacionalmente, frente a las cuales se organiza para impulsar las trasformaciones que como voluntad colectiva considera necesarias.

 

Un partido político no es entonces una tarjeta electoral, el que algunos se hayan encargado de desvirtuar su papel y se hayan convertido en mercaderes de la política, creando franquicias electorales que se venden al mejor postor, no desdice de los propósitos de un verdadero partido, cuyos militantes asumen la política como un apostolado de servicio a la gente y sintetizan el sentir de diversos sectores de la sociedad en función del país que anhelan construir, de tal forma que la participación electoral es sólo un componente de la lucha que un partido enarbola.

 

En el caso de Vanguardia Popular, por ejemplo, nos une un programa dirigido a garantizar condiciones de existencia dignas para todos: de igualdad social, libertad y justicia, de progreso y bienestar, de soberanía y democracia. Somos un medio y somos una forma de lucha que expresa los intereses de la sociedad, convencidos que es sólo con la participación de todos, que se puede lograr la satisfacción de todas las necesidades materiales y espirituales del pueblo, su realización plena como ciudadanos y seres libres de toda forma de opresión, explotación, dependencia, alienación, iniquidades e injusticias.

 

La legitimidad la otorga el soberano, quien reconoce o no al partido político, bien sea por permitir su acompañamiento en sus reclamos, o cuando decide respaldarlo en sus acciones; allí se demuestra si tiene o no liderazgo, prestigio o algún nivel de influencia. Además, el Art. 67 de la Constitución nacional faculta a todos a asociarse con fines políticos, mediante métodos democráticos de organización, funcionamiento y dirección, garantía que no puede estar sujeta a las triquiñuelas de burócratas. El partido debe tener la capacidad de adecuarse a las diversas circunstancias. Hoy cuando su plan es no tener competencia electoral, debemos levantar nuestras banderas, colocarnos con más fuerza a la vanguardia de los procesos de lucha de nuestra gente y asumir un mayor compromiso por el cambio.

 

Nos podrán quitar el derecho a estar en un tarjetón electoral, pero no el derecho a existir, a tener sueños, a actuar con forme lo demanda el País y su gente. La única forma de lucha democrática no es la electoral, hay infinidad de formas de lucha y organización que han de ponerse en práctica en estos tiempos aciagos para las mayorías nacionales, que sufren a diario de la pobreza, el hambre, el desprecio, el irrespeto y la burla de una cúpula corrompida y mafiosa.

 

DC / Ing. Golfredo Dávila / Secretario General de Vanguardia Popular en el Zulia / @golfredodavila

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