Fiestas callejeras imponen su ley en las barriadas

Una nueva modalidad de fiestas nocturnas se ha extendido por algunos sectores populares caraqueños como alternativa para aquellos que han dejado de visitar locales nocturnos por los altos costos.

Las rumbas en plena calle son una expresión de anarquía, impunidad, irrespeto a la ley y a las normas de convivencia y violación del derecho al libre tránsito, entre otros establecidos en la Constitución.

La Cota 905, La Vega y Propatria son algunos de los lugares más sonados, pero no los únicos, donde cada viernes de quincena se arma el bochinche. No se trata de un grupo que escucha música, sino de un bonche estructurado, organizado con antelación, donde hay venta de licores, comida y hasta strippers.

El pasado 18 de diciembre fueron asesinados dos efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana en la carretera Petare- Guarenas, estado Miranda, cuando intentaron disolver una fiesta en plena vía pública.

Sin derecho a pataleo. Hace cuatro meses empezaron las fiestas en la Cota 905, parroquia El Paraíso (DC), específicamente en el sector Las Brisas, a unos pocos metros de la sede de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB).

Un viernes, los vecinos notaron el cierre de la vía principal a las 8:30 de la noche, pues habían montado una camioneta con un DJ y se había prendido el jolgorio hasta las siete de la mañana.

Así se convirtió en un hábito todos los viernes de quincena y poco a poco fueron incluyéndose varias atracciones, un DJ en un camión que se encarga de la música toda la noche, puestos de comida de algunos que vieron la oportunidad perfecta para vender algún producto y venta de licores dentro de la fiesta y en las casas aledañas.

El 25 de noviembre hicieron una con todos los juguetes y hubo dos heridos: una adolescente de 16 años y un adulto de 34. Así lo dio a conocer un miembro de la comunidad que prefirió resguardar su identidad: “A las tres de la mañana, en plena fiesta, se escucharon gritos y personas discutir, pero por la música tan alta no se sabía bien lo que pasaba. Al parecer, durante una discusión, un joven le dio una puñalada a una muchacha y en medio de la trifulca otro muchacho también recibió una. Pero eso quedó ahí, se los llevaron al hospital y la fiesta siguió”.

Aunque esa zona está a pocos metros de la sede de la GNB y en el sector hay patrullaje constante desde hace algunos meses, durante esas reuniones ilegales no lo hay, así como tampoco seguridad ni permiso para la realización de eventos y espectáculos.

Algunos vecinos aseveran que los integrantes de los consejos comunales B, C y D de Las Brisas han autorizado esos encuentros e incluso participan en su preparación; sin embargo, esta información no pudo ser confirmada con las organizaciones populares.

Francisco Rosa, enlace parroquial de El Paraíso por el Gobierno del Distrito Capital, aseguró no tener conocimiento sobre la autorización de los consejos comunales para esos eventos, aunque sí dijo que desde hace algunos meses se han efectuado esas reuniones.

“En el sector El Naranjal se comenzaron a hacer en la cancha y los voceros comunales hablamos con los organizadores y dejaron de hacerlas, no duró mucho, porque ahora se han expandido un poco más y con mayor magnitud y hasta trancan el paso por completo”.

Se han hecho famosas por la repercusión que han tenido en las redes sociales, además de la costosa organización del evento. Tienen desde luces y pantalla gigante hasta toldos para los puestos de comida.

Para todos los gustos. El 2 de diciembre estaba pautada otra fiesta, pero los vecinos recogieron firmas junto con los conductores de la línea El Cementerio-Cota 905 para que no se llevara a cabo por el ruido, los hechos de violencia en la velada anterior y la violación del derecho al libre tránsito. No obstante, la rumba no cesó, se han estado organizando matinés donde acuden menores de edad, consumen alcohol y se exhiben en actos lascivos en plena calle y el 17 de diciembre retomaron las nocturnas sin importar que la comunidad se opusiera.

Una fuente ligada al Registro Civil de la parroquia El Paraíso señaló que a esa sede no ha llegado ninguna solicitud de permiso para realizar eventos en la vía pública.

“La Alcaldía de Caracas, a través del Registro, es quien autoriza los actos en la calle y no pueden ser tramitados por particulares, sino por el consejo comunal de la zona o alguna otra organización social”.

Recordó que el permiso es otorgado por la Superintendencia Municipal de Administración Tributaria (Sumat) y que “cualquier evento que se haga y no esté autorizado puede ser sancionado hasta con 200 unidades tributarias”.

Miedo a denunciar. En la sede del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas ubicada en El Paraíso tampoco han recibido denuncias formales de agresiones durante estos eventos, pero sí están en conocimiento de que ocurren porque algunos vecinos se han quejado”, afirmaron.

La mayoría de los vecinos consultados por Últimas Noticias indicaron que quienes organizan los eventos son “apadrinados” por la delincuencia de la zona.

“Si no, ¿cómo se explica que monten un espectáculo tan costoso sin cobrarle entrada a la gente?”, preguntó un habitante de Las Brisas.

Los Robin Hood de La Vega. En la parte alta de la parroquia La Vega, antes de llegar a la carretera negra, también se dan esos templetes. Aquí son financiados por los delincuentes de la parte alta y los residentes lo saben.

María Suárez (nombre ficticio) contó que se están organizando desde junio de este año: “Como la gente no tiene con qué salir a una tasca, se quedan en las fiestas del barrio. La organizan quienes tienen el poder, compran la caña y pagan la miniteca y todo el mundo está invitado. Al principio se cobraba entrada, pero eran como Bs 100 por persona, ahora es gratis”.

Estos avisan un día antes que habrá fiesta y se promociona “corriendo la voz”, la única condición es que no vayan personas de otros sectores.

Colocan un mecate amarillo en plena calle que cubre tres cuadras y cierran toda esa vía principal desde las 8 pm.

En unos pipotes azules grandes se colocan las bebidas alcohólicas con hielo y cualquiera puede pasar y agarrar. Si algunos vecinos quieren aprovechar de vender algo de comer también es válido, pero deben tener la autorización de los “pranes” del sector.

La caña es gratis solo hasta las 12 de la noche; después, los invitados deben abastecerse por su cuenta.

La parranda dura hasta las 8 o 9 de la mañana del día siguiente cuando se vuelve a abrir la calle.

María dice que, como los delincuentes no pueden salir del sector para un local nocturno, aprovechan los espacios de su misma zona para recrearse y además “darle alegría a la comunidad”.

Voceros comunales manifestaron que han intentando en varias oportunidades conversar con los organizadores del evento, pero han sido intentos fallidos.

“En Antímano también está comenzando a hacerse”, declara la vecina, quien se ha percatado de que es una acción que se ha generalizado.

“Estamos debatiendo conjuntamente a través de mesas de trabajo con la Policía Comunal para intentar acabar con eso, ya que en varias oportunidades han traído hasta strippers y esto genera molestia en la comunidad ya que es un mal ejemplo para los jóvenes”.

A lo antiguo. En Propatria y en el puente de los estadios de la UCV también se prenden fiestas nocturnas, al propio estilo de lo que ocurría en el paseo Las Mercedes en el municipio Baruta en los años 90 cuando los carros se estacionaban a lo largo de la avenida con música a todo volumen a consumir licor durante toda la noche, aunque esta modalidad aún se mantiene en Las Mercedes ya no es tan frecuente.

En Propatria se instalan viernes y sábados en la noche y amanecen frente al Centro Comercial Propatria con carros de alta cilindrada y música a todo volumen para bailar en plena calle.

Igual pasa en el puente de los estadios, pero los jueves en la noche, los carros son dejados en plena vía, en dirección a la plaza Venezuela, dejando medio canal para la circulación de vehículos. Ahí por lo general son estudiantes de la UCV.

Esos hechos recurrentes son expresiones de anarquía, de anomia. Aunque son ilegales, se convierten en una moda continua y van de la mano de la impunidad en la sociedad. La principal víctima es la ciudadanía.

El sociólogo Carlos Campos, especialista en conductas sociales, explica que el comportamiento del venezolano se ve influido en muchos casos por la falta de respuesta de las autoridades. “Estos encuentros, que cada día toman más forma en las barriadas de Caracas, no solo son anárquicos, sino también son actos
de amedrentamiento”.

Explica que dentro de esas comunidades hay temor a denunciar y ser agredidos. “Si pasas tocando corneta para que se quiten, te pueden hasta partir
el parabrisas, y si te quejas como vecino, te pueden atacar la vivienda. Total, que la gente siente que no puede hacer nada sino aguantar la rumba porque la policía nunca pasa y si pasa, hace la vista gorda”, dice Campos. Agrega que el alto costo de la vida ha llevado a que se busquen otras formas de divertirse: “De esto se han aprovechado los delincuentes para ganarse a la gente”.

Para Campos, la organización social debe ir mas allá del temor: “Hay que hacer uso del poder popular, de la Policía Comunal y de esas instituciones que ha creado el Gobierno nacional para mediar dentro de las mismas comunidades”.

DC|ÚN

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