Renovar la política o a los políticos, por Ana María Osorio (@osorioanamaria)  

La historia de Venezuela relata el acontecer político, económico y social que con el transcurrir de los años  parece ser cíclico. Desde mediados del siglo pasado, los repetidos enfrentamientos entre poderes enmarcados en un bipartidismo, pasaron a convertirse 40 años después en polarización (dos sectores enfrentados), en los que reinó y lo sigue haciendo, el populismo y la forma de gobierno paternalista.

Los actores políticos que hoy ocupan el escenario parecen sacados de una novela de los años 80 y 90, excepto por las botas acampanadas de los pantalones de aquella época y el afro, porque los lentes de montura grande y pasta se usan con frecuencia en estos días. Pero el discurso, la imagen e incluso los actores siguen siendo, en su mayoría, los mismos. ¿Cómo se espera un desenlace distinto, si la trama, el dramaturgo y los actores son los mismos?. Es momento de renovar la historia y construir un país que se abra paso al desarrollo económico y social.

¿Hasta cuando las mismas consignas, frases, promesas y slogan de campaña?. Lo que llama a la reflexión sobre la inexistencia de creatividad o si es posible que las necesidades y expectativas del electorado sigan siendo las mismas que las del siglo pasado. Refresquemos en nuestros recuerdos estas campañas electorales que hoy se repiten. En 1947, la propuesta electoral de Rómulo Gallegos fue “Libertad, progreso y justicia social”, (alcanzado la presidencia en 1948); En 1968, Rafael Caldera trabajó como eslogan de Campaña a la carrera Presidencial “Caldera es Cambio” (se convirtió en Presidente en 1969 hasta 1974); En 1973, se mostraron los lemas de campaña “Venezuela Socialista” de José Vicente Rangel, (quien obtuvo el 4,26% de los votos, y en cuyos resultados quedó en evidencia la consolidación de la fuerza bipartidista en Venezuela, que no daba paso a quienes no fueran de AD y COPEI), la afirmación “Ahora todos los caminos conducen hacia la gran Venezuela” y “ese hombre si camina” de Carlos Andrés Pérez; En 1979, la campaña “Ya basta, el país tiene la riqueza Luis Herrera la Voluntad” (lema con el que ocupa la silla presidencial Luis Herrera Campins en 1980); y en 1984 Jaime Lusinchi con su slogan “Dile sí a tu país”.

Venezuela ha cambiado, es otra, su riqueza ha sido destruida entre la corrupción y la generación de una cultura de “no al trabajo y sí a las dádivas”, postergando su desarrollo y hundiéndose en las miserias, el hambre y el atraso. Entonces, ¿qué sucede?, ¿es la política, son los actores políticos o son los ciudadanos los causantes de tal desgracia?. La respuesta es sencilla, la política del país está tan atrasada como los actores políticos que ejercen funciones. Tomando en cuenta que las políticas son las que establecen las acciones para encaminar el destino del país, lamentablemente en las dos últimas décadas éstas indujeron las directrices de acción del gobierno, a través de las cuales, en complicidad con los actores políticos, llevaron al país a esta tragedia, con una ignorancia intencionada, sin proyectos de desarrollo, donde se destruyó todo el aparataje de Estado incluyendo la autonomía de poderes, servicios públicos, producción, educación, salud, infraestructura, y con migajas terminó por convencer a las clases más desprotegidas, abusadas y  excluidas, de seguir ese camino.

Hoy día, se debe renovar no solo la política sino la forma de hacer política, así como los actores políticos que siguen viviendo en una realidad de hace 40 años, que ni siquiera han podido leer a sus adversarios y que trágicamente es en quienes, la mayoría de los venezolanos, ponen su esperanza para salir de la devastadora crisis de Venezuela.

En estos momentos no es ser trágicos ni dramáticos, es ser reflexivos, ya fue suficiente con los años del bipartidismo y de la polarización que no dan paso a las terceras vías y que barajean a suerte de cartas las opciones para ostentar el poder, entre los mismo grupos y élites partidistas. Es momento de promover una real democracia, aquella en la cual todos los ciudadanos puedan exigir sus derechos, pensar distinto y actuar a libertad, así como aquella democracia en la que se puede elegir a un candidato por sus competencias y ofertas electorales, no porque es la única opción en contra de algo o porque representa algo.

Es obligación de todos gestar una renovación ciudadana, a partir de la cual se podrá incentivar la renovación política y de los políticos, pues siempre el ciudadano será quien tenga el poder de decidir por quién votar, y como sigue siendo visto como elector, debe ser más exigente con cada candidato para que este empiece a actuar distinto, e incluso a gobernar distinto.

 

DC / Lcda. Ana Osorio / Periodista / Análisis del discurso / Marketing político / Locutora / osoriooanamaria@gmail.com / @marketingpolitico.amo / @osorioanamaria

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