¡Persecución! Dos jóvenes son juzgadas en Marruecos por lesbianismo

El Código Penal de Marruecos tiene una contradicción evidente. En el preámbulo, con tino utópico, estipula que el país está “comprometido en vetar y combatir toda discriminación sobre cualquier persona”. Pero en el artículo 489, con la exactitud certera de la cifra, ordena penas de entre 6 meses y 3 años para aquellas personas que “cometan una acto impúdico o contra natura con un individuo de su mismo sexo”.

En cualquier caso, hay que felicitarlos por ser sugerentes: se cuidaron de eludir la palabra homosexual.

Y es justo a esa población a la que afecta esa norma. El 9 de diciembre, tras un aplazamiento ordenado por el juez, dos jóvenes de 16 y 17 años sabrán si son culpables o no de lesbianismo. La culpa es, por supuesto, un mero asunto legal: nadie es culpable por elegir su orientación sexual. Para la ley marroquí, en cambio, es un crimen que se paga con cárcel y con multa.

La historia viene de esta suerte: según los registros policiales, la madre de C. S. —como la nombró Human Rights Watch (HRW) en su reporte para proteger su identidad— las llevó a ella y a B. H. a una estación de policía para denunciarlas. La madre contó que había encontrado una fotografía de las dos besándose en el celular de su hija y también algunas marcas rojas en su cuello. Fueron arrestadas y dos días después les formularon cargos. Las acusaron bajo el artículo señalado más arriba; una de ellas fue a una cárcel de adultos —donde habría sufrido el rechazo y los maltratos de reos vecinos— y otra a un reclusorio para menores. El 3 de noviembre fueron liberadas de manera condicional mientras se cumple su proceso.

La organización HRW pide que se deroguen las acusaciones en su contra y que caiga el artículo. Sin embargo, el proceso pervive sin que exista, según la organización, ninguna señal de un juicio justo. Ambas jóvenes firmaron sendos testimonios, archivados por la Policía, en los que aceptaban que tenían una relación lesbiana. Sin embargo, ambas sentenciaron ante el juez que les fue prohibido leer las actas. No se ha investigado dicha acusación. En cerca de 77 casos, entre 2008 y 2013, el procedimiento ha sido el mismo: las condenas se basan en confesiones forzadas.

La persecución contra los homosexuales es cada vez más común en Marruecos. En abril de este año, un grupo de personas bienintencionadas en la ciudad Beni Mellal entró sin autorización a una casa y atacó, golpeó y arrastró hacia la calle a dos hombres que, según la turba, estaban teniendo relaciones sexuales. Uno de los hombres fue detenido y condenado a cuatro meses de cárcel —que también fue a la cárcel por “embriaguez pública”—; el otro pasó a juicio. Sus atacantes, que los atacaron con cuchillos y los dejaron semiinconscientes en la calle y sangrando, fueron condenados a dos meses de prisión.

En ese caso, ambos también aceptaron los cargos sin poder leer las actas y forzados por las autoridades. Incluso la condena por embriaguez pública resulta rebatible, dado que la víctima, que sí aceptó estar borracha dentro de su propia casa, en su privacidad, fue expulsada a la calle por sus atacantes y no por voluntad propia. Ante tal condena, la respuesta del ministro de Justicia, Mustafa Ramid, fue esta: “La intención no es castigar a la persona gay porque sea gay, sino porque cometió un acto castigable bajo la ley”. Es decir, la idea no es castigarlo porque es gay, sino porque es gay. Capito?

De acuerdo con la defensa de las dos jóvenes, las únicas pruebas que se han presentado hasta ahora son las actas de la Policía. Según HRW, la justicia ha fracasado en investigar, además, el hecho de que ambas menores fueron maltratadas antes de ser llevadas a la Policía y de que una de ellas sufre maltrato físico y psicológico por parte de su familia. Grupos de defensa de los derechos de los homosexuales, como Aqaliat y Aswat, estuvieron acompañando a las menores durante la audiencia de este viernes. Uno de sus líderes dijo: “Estamos en 2016 y todavía se castiga a la gente por lo que hace en su cama y en sus espacios de intimidad. La vida sexual es una libertad individual y nadie puede interferir en ella, incluida la ley”.

Agencias

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