El Dialogo II, por Luis Acosta 

El diálogo entre latinos no es sinónimo de negociación sino de viveza y poder. Además, parece útil y fácil pero, al contrario, es duro y difícil. Nadie lo propone si no le ve ventajas. En efecto, cada parte dice tener la razón y por eso, va cerrado a la Mesa porque promete, aspira y espera ganar la discusión.

Sin embargo, en los diálogos internacionales la diferencias si logran equilibrio, ecuanimidad y, por lo mismo, funcionan. No es que se reparten las verdades sino que se le reconoce a quien prueba tenerlas. Las certezas constitucionales no se discuten pero las colaterales se pelean con vehemencia. En fin, gana el que pueda y no el que quiera.

Se agrega a esto que, en las querellas internacionales, los facilitadores tienen valores políticos que guardar y excelencias educativas, instruccionales y culturales; luego, la comprensión es más efectiva, democrática y sabia y, si se equivocan, siempre tienen algo que perder, sea en moral o en prestigio.

Cuando el Diálogo es entre obreros y patrones o entre gobierno y opositores, la ventaja, regularmente, la tiene el jefe. En efecto, siendo la oposición el débil jurídico, en el caso venezolano, el gobierno es el que más tiene para dar y tomar ventajas comparativas: el presupuesto, la FAN, el Poder Ejecutivo, político; la judicatura y el poder electoral; la Procuraduría, la disposición territorial y todas las otras.

Desde luego, tienen sus debilidades jurídicas y legales de forma y de fondo. Por ejemplo, un gobierno cívico-militar no está contemplado en la Carta Magna venezolana y, de ese modo, no es institucional como figura pero si refugio fuerte para el gobierno.

Siendo así, el gobierno no debiera tener miedo al Revocatorio o cualquier forma de ir a las urnas electorales a pesar de que , con toda seguridad, se lograría romper las calamidades de la crisis que ha pasado de lo político a lo humanitario; de lo económico y social a lo general. Es como una trampa o cepo sin remedio.

Pero existen otras razones que se añaden a las dichas. En efecto, en un país de todos y un sistema político democrático donde no debería haber ventajas visibles para nadie, porque así lo plasma la constitución, sin embargo, una coyuntura, electoral y ventajosa, permitió a este gobierno manejar a discreción algunos alcances de las normas. Entre ellas, el Referendo Revocatorio que no se dejó totalmente protegido y ésto ha permitido las desavenencias o vivezas surgidas para los términos y condiciones de su ejecutoria. Empero, esa ventana dejada abierta, por acción u omisión en la Carta Magna, no le quita derecho al pueblo para exigirlo, ni deber al gobierno para darlo. Y algo mas, las jefatura administrativa del pueblo y para el pueblo la ejerce el Presidente de la Republica lo que le crea obligaciones; sobre todo, en la protección y ejecución de los derechos legítimos e institucionales de la ciudadanía.

Le toca, entonces, al Presidente ordenar el retiro, a quien corresponda, del petitorio ante el Poder Electoral del cuestionamiento de los 4 diputados del Estado Amazonas porque unas nuevas elecciones no son exigibles ni correctas debido a que, de principio, el CNE legitimó la votación y los comicios en el ese Estado. Así mismo, el Presidente debe facilitar la escogencia sustitutiva de los dos magistrados electorales del CNE cuyos períodos se vencen el 4 de diciembre próximo cosa que le daría cobertura a la ley y, por otra parte, se le da garantías a las

complejas elecciones venideras. Igualmente, las elecciones de Alcaldes y Gobernadores que esperan sus contiendas aun con atrasos.

El asunto está en que el gobierno, por formación ideológica, compra, vende, importa, siembra, industrializa, produce; cuida el dinero y las reservas, controla las elecciones, el presupuesto, dirige el deporte. Esto ya ha sido probado y no funciona ni aquí ni en ningún otro lado. En efecto, un municipio se controla; una ciudad se vigila pero, insistimos, un país es mucho más que eso de comprar y vender. En este sentido, si el sistema no se cambia, no se obtiene su natural rendimiento y su capacidad de cobertura y, por eso, o cambiamos el sistema o nos comprometemos todos de malas maneras, es decir, cada cual con su cada cual. Por consecuencia, unos sacaran las armas y los otros pondrán los muertos.

 

DC / Luis Acosta / Artículista

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