China alumbra el mayor mercado tecnofinanciero del mundo

Con una gigantesca población abierta a las innovaciones, empresas pioneras y regulaciones inusualmente laxas, China ha alumbrado el mayor mercado mundial de las tecnofinanzas («fintech»), mezcla de tecnología y servicios financieros.

Millones de personas realizan cada día todo tipo de pagos -desde compras en supermercados hasta alquileres de viviendas- con sus teléfonos inteligentes, también reciben miles de créditos de entidades que no tienen sucursales físicas e incluso se empiezan a suscribir cantidades considerables de seguros sin salir de casa.

Falta por ver si las tecnologías revolucionan el sector financiero con nuevas prácticas o simplemente modernizan las que ya existen, pero lo cierto es que el gigante asiático, segunda mayor economía del planeta, es ya el líder mundial en esta industria emergente, tanto por número de clientes como por tamaño de mercado.

Según un informe de la consultora McKinsey&Company, unos 500 millones de personas movieron entre 12 y 15 billones de yuanes (entre 1,7 y 2,2 billones de dólares; entre 1,6 y 2,1 billones de euros) a través de las empresas de «fintech» de China en 2015.

«Las tecnofinanzas están cambiando el sector financiero de una forma muy profunda, tanto en China como en un ámbito global», asegura a Efe Ning Tang, fundador y consejero delegado de la firma tecnofinanciera china Credit Ease, que participó la semana pasada en el foro empresarial paralelo a la cumbre del APEC de Lima.

Al igual que Credit Ease, algunas empresas tecnofinancieras nacieron directamente dedicadas al sector, otras proceden de gigantes de internet como Ant Financial -vinculada al emporio del comercio electrónico Alibaba- o JD Finance y otras fueron incubadas por firmas financieras, como Lufax por la aseguradora Ping An.

Ant Financial, que creció como plataforma de pagos y ha ido ampliando sus servicios, es la empresa china de mayor tamaño en esta industria caracterizada por su diversidad y, con un valor de mercado estimado en 60.000 millones de dólares, aparece situada en muchas clasificaciones como la tecnofinanciera más grande del mundo.

«En China, las compañías tecnofinancieras y los bancos tradicionales son complementarios. Los bancos suelen tener grandes clientes y las tecnofinancieras, al usar la tecnología, pueden dirigirse a los más pequeños», explica Tang.

Carecer de una red de oficinas físicas y contar con menos personal les permite reducir sus costes y revertir mayores retornos en sus clientes, y operar a través de internet les da flexibilidad, puesto que, según destaca Tang, las «fintech» están «disponibles 24 horas al día siete días a la semana y en cualquier lugar».

El ascenso de esta nueva generación de empresas en China no se entiende sin la existencia de grandes masas de población apartadas del sistema financiero tradicional, lo que crea una enorme demanda de financiación que crece a medida que esos colectivos tratan de sumarse al desarrollo económico del país.

«Pequeñas empresas, microemprendedores o habitantes de zonas rurales son nuestro mejor público potencial», afirma Tang, que recuerda que se trata de grupos «desatendidos por los bancos convencionales que no han tenido acceso a servicios financieros».

El profesor de la Escuela de Internacional de Negocios China-Europa de Shanghái (CEIBS) Oliver Rui defiende que el auge del «fintech» en el gigante asiático ha estado impulsado en parte por el Gobierno chino, un apoyo reflejado en las varias visitas realizadas por el primer ministro, Li Keqiang, a sedes de firmas del sector.

«El Gobierno quiere reducir el coste del capital para la sociedad en su conjunto. Además, sabe que algunos sectores no tienen acceso al crédito y es importante facilitar la financiación, por ejemplo, a las pequeñas y medianas empresas», apunta Rui a Efe.

Así, según este experto, las autoridades han creado un entorno relativamente desregulado para las tecnofinanzas, que contrasta con los numerosos controles sobre los movimientos de capitales del país o las restricciones al cambio de la moneda china, el yuan.

Para Rui, en China ha llegado a producirse un «vacío legal» que ha permitido fraudes como el de la plataforma financiera virtual Ezubao, que captaba clientes ofreciéndoles grandes retornos por encima del 10 % por invertir en proyectos que resultaron ser falsos, y que fue desarticulada por la policía en febrero.

Esa situación está empezando a cambiar y el Consejo de Estado (Ejecutivo) creó recientemente un grupo de diez agencias gubernamentales, lideradas por el Banco Popular de China (central), para que establezca, antes de marzo de 2017, un marco normativo.

«Desde la segunda mitad del año pasado, las normas se han ido endureciendo. Y eso es bueno, porque hace a la industria más limpia y sana y reduce los casos de fraude», afirma el consejero delegado de Credit Ease, quien anticipa que ese proceso acabará provocando el cierre de algunas empresas.

EFE

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