Latinoamérica: Un no que retumba y un Nobel sin sustento, por José Pons (@joseponsb)

Lo sucedido en la hermana república, además de quedar al descubierto muchos aspectos políticos, se consolidan los verdaderos rostros de una izquierda que aprendió a solaparse en las democracias para establecerse luego en un totalitarismo que los perpetué en el tiempo. Casos sobran que mencionar en este continente y a estos, solo les queda echar adelante la palabra dada y esperar de una sociedad que desea justicia, desde hace 60 años. Son miles las violaciones de los Derechos Humanos en Colombia y sin sumar por estos mismos autores, los daños colaterales en Países vecino, caso de Venezuela es notorio, publico y comunicacional.

 

En lo expuestos en dicho tratado de Juan M. Santos y la Farc, nos hacen reaccionar y nos recuerdan que la Paz es un valor moral que se respeta en todo el mundo. Afectar con un tratado que luce a primera vista de inmoral, nunca lograría ofrecer los fines morales  esperados en esta tan ansiada Paz, no solo para Colombia sino, para la región. La impunidad no puede en ningún país, sustituir la Justicia, esta es la real base de la convivencia social.

 

La globalización ha logrado una “mega nación” donde estamos sumergidos de una u otra forma;  las generaciones de la región que se encuentran virtualmente conectadas a las mismas necesidades y suman expectativas que van ligadas al desarrollo y crecimiento de estos ciudadanos, sus familias y las sociedades.  Lo cual, indica que los estudiosos debamos dedicarnos en gran manera, a construir, a elaborar y proponer respuestas políticas y sociales que logren consolidar los principios vitales de la existencia humana: La ecología, el desarrollo social, una economía sustentable y un modelo donde transitar en la seguridad que realmente beneficie a la gente.

 

El Premio Nobel de la Paz, sorprende al mundo, sobre todo cuando un pueblo en una mayoría, niega los esfuerzos establecidos en un tratado que fue negado por una población. Esto le da a este tan importante instrumento de reconocimiento, la falta de sustento que logre consolidar el honor y las alegrías que no sean en lo personal, al Presidente de Colombia. Esto es lamentable. Por otro lado, quedara la marca de un premio que apresuro sus pasos, a las realidades sociales pasadas y presentes en el tratado SANTOS-FARC.

 

Finalmente, el no en Colombia va mas allá de negar un tratado por la Paz, que responde más a una estrategia del  G-2 que por el significado qué tiene en esta Nación y en su entorno regional. Es un NO, que retumba y exige un cambio en nuestros países, (ya que las barbas de todos, están ardiendo por igual) y en el actual estamento político que precede en estos momentos. Un pueblo que exige sus derechos e un país que vive y se estremece en la esencia por la vida, un tratado que no deberá movilizarse por el miedo, sino por la Justicia.

 

DC / Dr. José Pons B / Movimiento de Ascenso Social / @joseponsb

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