¿De verdad son el sexo débil? Por Daniel Hernández Luengo (@danielovtsky)

Desde tiempos prístinos la imagen del hombre se ha representado de manera distorsionada. Erróneamente se concibió como el único ser vivo que podía ejercer fuerza, dominio, control, seguridad y poder, sobre los demás seres; creando una ambigüedad eterna en la socialización y su forma de interpretación. Por su parte, la mujer se acostumbró a vivir una vida serena de total sumisión tanto en decisiones como en sus acciones.

Gracias a la liberación femenina, la necesidad e importancia de la participación de la mujer en la sociedad ha sido inminente, generando cambios notorios en nuestra calidad de vida, demostrando ser capaces de realizar igual o mejor, los mismos trabajos del hombre.

El rol de la mujer ha sido tan importante desde la creación, que sin ellas no podríamos continuar el ciclo de vida natural, igualmente su labor en el proceso de edificación y formación de la familia es imprescindible.

En Latinoamérica, es común verlas llevar el control de las diferentes situaciones que se presenten en la cotidianidad, sin importar el estado civil de la misma. Gracias a su versatilidad, son capaces de llevar a cabo varias labores a la vez desde que el alba despunta en el horizonte, como una extraordinaria máquina de combustión infinita.

Pueden atender a hijos y esposos, cocinar, trabajar, hacer tareas escolares, limpiar, asistir a reuniones, ir al gimnasio, sacar al perro, lavar ropa, planchar, y por si fuese poco, realizan colas para la compra de alimentos gracias al régimen totalitario.

Si las batallas fuesen comandadas por mujeres, muchas de éstas pudiesen salir victoriosas. La mujer nace siendo estratega, mientras el hombre aprende en el camino a serlo. Ellas mueven las piezas a su antojo como Kasparov. Una muestra de esa antiquísima cualidad persuasiva, la vemos en el capítulo de la biblia donde Eva incita a Adán, haciéndolo caer en pecado mordiendo la manzana.

Realmente hay muchas cosas subjetivas en un análisis personal. Quizás la ambición, codicia, frustración, falta de valores, de compromiso, de orientación, de aceptación, de conciencia y de humanidad; sean los causantes de los peores atropellos cometidos contra nuestros semejantes.

Lo cierto del caso, es que a los hombres se nos dificulta vivir sin las mujeres, y las mujeres sin los hombres. Luchemos por nuestros ideales sin maltratar a nadie, aprendamos de los errores y seamos partícipes del cambio que requiere Venezuela.

¡Vamos juntos siempre unidos!

 

DC / Lcdo. Daniel Hernández Luengo / Coordinador de Patrimonio y Referencias Históricas del IMGRA / dahlpahg@gmail.com / @danielovtsky

Entérate al instante de más noticias con tu celular siguiéndonos en Twitter y Telegram
Suscribir vía Telegram

Lea también

Le puede interesar además

Loading...

Tu opinión vale...