Crisis interna marca el final de campaña para los republicanos

A 26 días de las elecciones presidenciales de EEUU el Partido Republicano vive una crisis interna que lo coloca previsiblemente a las puertas de una debacle electoral.

Desde que Donald Trump diera a conocer su intención de ser candidato presidencial, el partido conservador ha visto cómo se fractura su base y su dirigencia, y tras una campaña marcada por la polémica, el escándalo y la desfachatez, pareciera que los republicanos comienzan a resignarse a perder la oportunidad de iniciar un nuevo ciclo en Washington.

Ahora, Clinton ha logrado sacar buena ventaja a Trump en los sondeos, estados considerados seguros para los conservadores como Arizona o Utah están en riesgo, líderes republicanos le retiran el apoyo al magnate a diario, e incluso, los grandes donantes del partido piden la cabeza de Trump y de los dirigentes de la tolda.

A estas alturas, parece que es poco lo que se puede hacer y todo el mundo se pregunta cómo se pudo llegar a este punto.

Según estimaciones de expertos es casi imposible que, a menos de un mes de los comicios, Trump pueda remontar en la intención de voto. El magnate ha caído en estados claves como Ohio y Florida. Se habla, incluso, de sustituirlo.

«Si los republicanos aceptan que Trump va a perder tienen que estar muy claros que cualquier otro que pongan también va a perder. Porque ese candidato tendría enfrente a toda la coalición de Clinton, a los latinos, negros, musulmanes, jóvenes, profesionales, mujeres y de paso se cargaría a la base de Trump», afirmó el internacionalista Iván Rojas del Covri.

Desconexión de los votantes
La pérdida del nivel de vida y de empleos de un sector poblacional de EEUU debido a los cambios que se han producido en los últimos 20 años como parte de la globalización, explican en parte la irrupción de Trump y la crisis del partido.

Este sector poblacional, que se encuentran mayoritariamente en las zonas rurales y suburbanas, no está conectado con el credo de libre de comercio y Gobierno pequeño, banderas del partido, pero tampoco se identifica con la administración de Barack Obama, asociada a problemas económicos.

«Trump ubicó un sector poblacional que fue olvidado por los partidos… ¿Dónde queda la persona que tiene un pequeño negocio en una ciudad de 80 mil personas, que ven como las fábricas cierran, como los empleos se van», dijo Rojas.

También, la espiral antipolítica del partido con el movimiento del «Tea Party» y figuras radicales como Sarah Pallin o Ted Cruz han intensificado la desconexión de los votantes.
«Ese modelo no le calza a una gran cantidad del electorado, entonces queda Trump, porque es diferente», añadió.

Los republicanos viven una hora aciaga. Mientras los escándalos de Trump no cesan, los líderes tratan de que no les salpique, al menos para salvar el Congreso y las gobernaciones.

Salvar el Congreso
El audio divulgado la semana pasada en el que se escuchaba a Donald Trump expresar frases vulgares sobre las mujeres le ha costado apoyos al magnate en el seno del Partido Republicano.

Esta semana, cuando los escándalos en torno al comportamiento impropio del candidato siguen a la orden del día, surge la duda de si el problema de Trump puede lastrar las opciones de los candidatos al Congreso y gobernaciones.

DC | EU

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