Un vestido de sal esculpido por el Mar Muerto

La escultora israelí Sigalit Landau, conocida por su creatividad y misticismo, expone en el London’s Marlborough Contemporany su último proyecto ‘Salt Bride’, donde la representación es un vestido sumergido durante dos años en el mar Muerto.

Sigalit Landau siente desde su infancia una verdadera pasión por el mar Muerto. Desde su casa natal en Jerusalén podía ver los bancos de agua salada del norte y solía visitar esas costas los fines de semana con su familia. Estos recuerdos son la base de su trabajo creativo, tanto en el ambiente como en los materiales que utiliza, llevando la escena hasta planos totalmente surrealistas y espirituales. «Es como encontrarse con un marco temporal diferente, una lógica diferente, otro planeta», explica a MyModernMet.

El último proyecto que ha realizado Landau es una serie de ocho fotografías llamado Salt Bride, expuesto en el London’s Marlborough Contemporany hasta el 3 de septiembre, que muestra la transformación del vestido en las místicas aguas del lago.

La artista sumergió un vestido negro en las aguas del mar Muerto en el año 2014 y volvió varias veces durante tres meses para captar las modificaciones que sufría debido a la sal. Poco a poco, los relucientes cristales fueron ocupando la tela y para Landau el vestido aparecía «como la nieve, como el azúcar, como el abrazo de la muerte», lírico lenguaje para hablar del efecto que produce (que poco tiene que envidiar a la magia).

La idea fue inspirada en la obra de S. Anky de 1916 llamada El Dybbuk, que narra la historia de una mujer poseída por el espíritu de un amante muerto cuando está a punto de contraer matrimonio en una familia acomodada. La historia habla de romance y magia, que es justo lo que Landau quiere plasmar.

La prenda original de Salt Bride es una réplica de la que llevó la actriz en una producción teatral en 1920, mientras que la sal simboliza la fuerza sobrenatural que hechiza el tejido negro y provoca la aparición de un vestido de novia blanco.

El proyecto también se entiende como una metáfora: al igual que el vestido tiene que sumergirse para ser metamorfoseado, la imagen impresa es proyectada por emulsión líquida.

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DC | Agencias

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