El nuevo país, por Luis Acosta

Empezar de nuevo no es fácil, pero es una necesidad, tanto de familia y ciudad como de venezolanidad. En efecto, tenemos que librar una batalla terrible y sin parar para acabar con lo mediocre y cambiar de parecer. Por ejemplo, no podemos seguir castigando al niño por desobediente mandándolo a barrer o a limpiar los baños. Por verlo de esa forma, los adolescentes les cuesta ayudar al aseo de la casa y, ya grandes y hombres, no colaboran ni tienen principios de pulcritud sobre su bulto, su carro o su cuaderno de notas y ven a los mecánicos con ropa deshecha y sucia tirando potes de aceite o de gasolina al piso del taller o a los desperdicios de la casa fuera del recipiente adecuado y nada les luce raro.

Cuando el reencuentro nacional se produzca y se enfoquen los nuevos elementos de la formación ciudadana, los dirigentes políticos se convencerán de que los votos no serán alineados ni arrancados de las vías ciudadanas y del orden constitucional.

Las Universidades entenderán que el hombre no solo debe ser formado para crear, inventar y producir bienes y servicios, sino, con preferencia y dedicación, para los mayores intereses de la República que, en la nueva época deben empezar por la preparación y confort de la vida educativa para su realce gramatical donde se hable menos disparates y más cosas razonables, y no distinguir con facilidad al analfabeto funcional.

De este modo, los administradores públicos no estarán allí para solo ganar un salario, sino para mantener una nación pulcra y decente y, así, llena de buen juicio y contenido moral y espiritual y no de desorden y la tal “viveza criolla”. En esencia, el nuevo país debe ser virtuoso en el trabajo y rendidor en sus tareas, exagerados en el cumplimiento de los horarios, en el llegar primero y salir de último, y fecundo en la conducción de su hogar.

Cundo lleguemos a las cimas de nuestras viejas montanas, recordemos que debemos de estar rodeados de la familia y los amigos. Ese alrededor, con performances encontrados y hechos con la madera de un mismo roble que conduzca para solo servir a las funciones derivadas de las metas nacionales y republicanas, y sembrar una misma suerte para todos.

Los elementos juiciosos y los temperamentos distintos de pronto, alteran las actividades pacificas. En ese caso, recordemos al filosofo cuando aseguraba “prefiero dificultades llenas de libertad que miles de metros de siniestros y esclavitud”. El Nuevo País tiene que salir o saltar de esta crisis; en efecto, el petróleo lo usamos mal pero vale y, en manos preparadas y justas, para mucho nos servirá. Pero la única verdad es que el hombre y el venezolano es mucho más que eso; su calibre lo impulsó Bolívar. Su valentía la exaltó Girardot. La nobleza la trajo el Negro Primero y la Fe debe enarbolar la razón nacional, y no el poder por el poder mismo.

El Nuevo País no acepta divisiones de castas, colores y doctrinas inventadas por los partidos políticos. A cada quien se respetara lo suyo, pero nadie tendrá derechos especiales y circunstanciales para dirigir la Republica que no sean los originales que todos sabemos cuáles son, aun cuando hasta ayer trabajábamos para nuclear nuestras vidas, cuando en realidad nos estábamos separando.

Un buen comienzo, es acordar el corte del periodo presidencial al 31/12/16 y convocar elecciones al 4/12/16 para periodos de 4 años y la posibilidad de una reelección de 4 más.
DC / Luis Acosta / Artículista

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