Transexuales son perseguidos y obligados a vivir escondidos en China

A pesar de que viste pantalones y de que en su trabajo se presenta como un hombre, Pipi tiene un «secreto»: nació como hombre en China pero decidió operarse para ser mujer, en una sociedad donde los transexuales siguen discriminados.

 

Desde muy joven Pipi (el nombre ha sido cambiado a petición suya) se consideraba una niña pese a tener un cuerpo de chico. Esta identificación la llevó a padecer una fuerte depresión al nacer su hijo, que todavía le llama «papá». «Quería morirme. Finalmente decidí que si tenía que morir, prefería hacerlo en una mesa de operaciones» intentando cambiar de sexo, explicó.

 

Desde la operación, disimula minuciosamente su nueva identidad sexual en público, sigue vistiendo ropa masculina y luce un moño.

 

En una entrevista con la agencia de noticias AFP, Pipi solicitó que no se divulgara información muy precisa sobre su entorno laboral. «Sería muy fácil encontrarme y perdería mi trabajo», dijo con preocupación.

 

La ONG estadounidense Asia Catalyst calcula que hay 4 millones de personas transexuales o transgénero en China, donde son víctimas de discriminaciones alimentadas por la ignorancia. Sin embargo las operaciones quirúrgicas de cambio de sexo son legales.

En China la presión social contra los transexuales es intensa y hay riesgo de que su familia los repudie o los obligue a casarse, a pesar de que tanto en la literatura china como en las óperas abundan los personajes sexualmente ambiguos.

 

«Me casé con mi mujer cuando todavía tenía un cuerpo de hombre. Pensaba que podía vivir con ella sin tener que cambiar físicamente», explicó Pipi. La presión social para que se casara era tan grande que ella y su esposa decidieron unirse «incluso si nuestras personalidades no eran compatibles». «Mi esposa viene de un pueblo. Se acostumbró al hecho de que yo me identifique como mujer», indicó.

 

Pipi no quería tener hijos pero al final cedió a la voluntad de sus padres y luego la pareja no se separó «por el bien» de su hijo. «A a mi hijo de nueve años le digo que papá tiene un pequeño secreto, de hecho ¡papá no es un hombre!», explicó Pipi.

 

Pipi intenta ayudar a otros chinos con las mismas dificultades. Desde su casa en Jinzhou (noreste de China), dirige un grupo en internet para poner en contacto a personas transgénero con médicos, psiquiatras o abogados que puedan ayudarlas en sus divorcios.

 

Tabú

 

La cuestión de los transexuales, durante mucho tiempo un tabú en China, saltó a las redes sociales a finales de 2014 después de una confidencia de Li Yinhe, la sexóloga más famosa del país. En un largo mensaje en su blog, Li reveló que su compañero sentimental, con el que vive desde hace 17 años y al que considera su «marido», es una persona transgénero, que nació mujer pero se identifica como un hombre. Para evitar malentendidos, Li Yinhe insistió en que ella se sentía totalmente «heterosexual».

 

Una revista de ámbito nacional se interesó en la pareja e incluso el oficialista Diario del Pueblo, un órgano del Partido Comunista Chino, instó a «respetar las elecciones de gente como Li Yinhe».

 

Sin embargo muchas personas transgénero se enfrentan a médicos y psiquiatras que no saben como tratarlos, comentó Xin Ying, directora del LGBT Center de Pekín.

 

Los que deciden cambiar de aspecto físico tienen más dificultades para encontrar trabajo, recibir cuidados médicos o incluso tomar un tren, expuso Xin Ying. Además en China es casi imposible cambiar oficialmente de sexo porque no existe un procedimiento legal.

 

Fang Yuran, que nació mujer aunque se considera un hombre, prefirió «salir del armario» ante su familia pero como lesbiana. «Si les cuento la verdad a mis padres pensarán que estoy enferma», aseguró.

DC/AFP

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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