Cambur, el rey de los postres

Esta deliciosa fruta es un verdadero regalo de la naturaleza: su bonito envoltorio color amarillo, esconde una pulpa suave, dulce y cremosa que por sí misma puede constituir una merienda sabrosa y completa, pero que también puede otorgar un toque espeso y exótico a numerosas recetas.

El cambur tiene además, unas características únicas que permiten emplearlo en la cocina como si se tratara de una verdura, debido a que algunas variedades son muy ricas en almidón.

Delicia de origen asiático
Es una de las frutas más antiguas en la historia de la humanidad. La musa  paradisiaca (su nombre científico), nació en los valles húmedos y cálidos de la península de Malasia. Hace más de 4.000 años, los viajeros llevaron el cambur a África y posteriormente, los árabes lo trasladaron a la India y al Medio Oriente. Los portugueses lo plantaron en las Islas Canarias y, después los conquistadores españoles  lo llevaron a Santo Domingo y Jamaica, extendiéndose luego las plantaciones por el resto del Caribe y América Latina.

La planta es anual y posee hojas largas y erguidas; los frutos nacen en racimos y son de sabor dulce y de muchísimas variedades.

Por su rico gusto y su alto valor nutritivo, el cambur se ha convertido en elemento fundamental en la dieta de una gran parte de países en todo el mundo. Contiene carbohidratos (harinas  y  azúcares), potasio, fósforo y calcio, además de vitaminas A, B, C, D, y ácido fólico; es bajo en grasas y proteínas.

Cremoso y aromático
Su utilidad en la repostería es de sobras conocida, ya que existe un sinfín de formas creativas de incluirlo en preparaciones dulces. Es ideal para elaborar helados, batidos, cremas de frutas o ensaladas. También puede servir para rellenar crep o unos deliciosos buñuelos.

La cremosidad del cambur resulta muy útil cuando se quiere dar consistencia a un batido, combinado con jugo de frutas o cualquier tipo de leche, ya sea vegetal o animal. Además, al cocerlo junto con leche de coco, se obtiene una compota espesa que, al enfriarse, adquiere una consistencia idónea para emplearse de relleno en pasteles dulces.

Cuando se encuentra en su punto óptimo de madurez, es muy útil para dar textura y aroma a natillas o mousses, y para enriquecer cualquier biscocho. Para esto último, basta con mezclar un poco de cambur batido con la masa tradicional, y añadir un poco más de clara a punto de nieve, para aligerar la receta.

El cambur tiene la virtud de estimular el apetito y armoniza muy bien los sabores en platos dulces, sobre todo si se combina con coco, piña, parchita, mango o lácteos, como el yogur y la nata. También casa muy bien con el chocolate y es un gran aliado de los frutos secos, especialmente las nueces.

DC|Estampas

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