Monjas recibirán al papa Francisco en Bolivia con hostias artesanales

En un convento que cuelga de las laderas andinas, frente a picos nevados y montañas verdes en un paisaje idílico, dos monjas amasan hostias para la visita del papa Francisco a Bolivia en julio.

«Esta es la creación de Dios y la vemos todos los días mientras hacemos hostias y elaboramos vino», dice señalando el espectacular paisaje la abadesa María Tomasa, de 84 años, superiora de las Madres Clarisas de la orden Franciscana en el pueblo de Coroico, 60 kilómetros al norte de La Paz, explicó AP.

El silencio del claustro invita al recogimiento. Teresa, la monja más joven, mezcla la harina en agua sin levadura. De planchas calientes salen láminas blancas de pan crujiente. Una prensa manual imprime en altorrelieve los signos católicos en latín; después las láminas son recortadas en círculos grandes y pequeños. Las hostias son aireadas durante varios días antes de ser empaquetadas.

Las monjas elaboran hostias en forma artesanal desde que se fundó el convento hace 52 años, dice María Tomasa, quien está ahí desde entonces.

Más de 600.000 hostias serán distribuidas en la única misa que oficiará el papa Francisco en la ciudad oriental de Santa Cruz el 9 de julio. La mayoría son elaboradas en talleres religiosos mecanizados en esa ciudad.

«El papa Francisco nos traerá esperanza y la gracia de Dios a nuestras vidas. Paz y entendimiento es lo que esperamos todos. La felicidad no te la da nadie, tú mismo la construyes con Dios o en el amor», dice la superiora.

En un rincón oscuro del convento, la uva traída, de viñedos a 80 kilómetros al sur de acá, fermenta en barriles de roble. También el vino es elaborado artesanalmente por las manos expertas de la hermana María, con 32 años en el convento. «El vino sale de aquí después de 10 años», dice.

Al mediodía repica la campaña, las cinco monjas interrumpen sus tareas y se entregan a la oración en la capilla. En el altar Cristo crucificado es flanqueado por san Francisco de Asís y santa Clara.

Cuatro horas del día las monjas se ocupan de menesteres manuales, incluyendo el cultivo de hortalizas, bordado y pastelería que hacen a pedido. «Esos ingresos nos permiten sobrevivir, no acumulamos dinero», dice María Tomasa.

El resto del tiempo está dedicado a la oración y al esparcimiento.

La construcción del convento coincidió con el Concilio Vaticano II que abrió la conservadora Iglesia Católica a los tiempos modernos. La vida de las religiosas ya no fue de encierro absoluto, «pero el silencio y el recogimiento nos acercan a Dios», dice la abadesa.

La llegada de Francisco es aguadada con gran expectativa en Bolivia. El primer pontífice que llegó a este país mayoritariamente católico fue Juan Pablo II a mediados de 1988.

En su segunda visita a Suramérica, Francisco visitará Ecuador, Bolivia y Paraguay del 5 al 13 de julio.

DC | EU

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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