Los Amigos Invisibles prendieron la gozadera acústica

En la novena canción el público decidió que permanecería de pie el resto de la noche. Es poco práctico en un concierto de Los Amigos Invisibles estar fijos en un asiento, sin importar que sea la sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño. También fue en ese momento cuando se perdió la cuenta del número de temas que interpretaron en la noche. Imparables, desde las 8:30 pm hasta las 10:30 pm, la banda hizo un recorrido por sus 24 años de carrera.

Mauricio Arcas («Maurimixxx») compartió por igual la percusión y la algazara en tarima con el maestro Carlos «Nené» Quintero, en un ambiente de exaltación jubilosa que contagió a los espectadores cuando se colocó tras el micrófono para interpretar, bajo la marca del son salsero, Óyeme nena; como si se tratara de una invitación implícita a sacarle fiesta al cuerpo. También se encontraba entre los percusionistas de la noche Vladimir Quintero, del popular grupo Guaco, quien ejecutó un solo de congas en el clímax de la canción.

Al fondo del escenario, en el que podían convivir por igual la serenidad de una escenografía que simulaba una sala y la energía de la samba en Viviré para ti, se incluyó un cuarteto de cuerda. Aunque la guitarra y los timbales engullían las notas de los instrumentos, el sonido del violín cobró protagonismo en la popularLa que me gusta, tema de su reciente álbum Repeat after me (2013).

Así como el cuarteto se sumó con armonía al resto de la banda, la cantante Laura Guevara, elogiada por Julio Briceño por su trabajo musical y gráfico, aportó la voz femenina en Viviré por ti, Cuchi, cuchi y Si estuvieras aquí.

«Ahora les presento a una persona que ha sido un gran amigo, crecimos juntos, compartimos en los bares… con ustedes, Asier Cazalis». Así presentó «Chulius» la otra sorpresa de la noche, y aunque el vocalista de la banda Caramelos de Cianuro no recordaba con precisión la letra de Mentiras, fue perdonado por un público contento que animaba la presentación coreando las rimas.

Una vez que Cazalis abandonó el escenario, la luz se posó sobre Julio Briceño.

-Esta canción que viene define la «venezolanidad». Pero, dime Catire -giró la cabeza y miró al bajista José Rafael Torres con picardía- ¿por qué?

-¡Porque esto es lo que hay!- respondió «El Catire».

El público se puso de pie y acompañó al cantante tanto en el coro como en los versos, tal vez en una especie de catarsis poseída por el cuerpo de la rumba. Todas las generaciones reunidas en el teatro, cual evento familiar, se pusieron de pie.

«Díganle a la gente de Valencia, Barquisimeto y Maracaibo que estamos en forma», dijo «Chulius» como una feliz advertencia dirigida al público que próximamente los verá en el Hotel Venetur de la capital carabobeña, el Club Ítalo de Barquisimeto (Lara), y en el Aula Magna de la Universidad Rafael Urdaneta (URU) donde concluirán la gira acústica nacional el 24 de mayo.

Fuente: DC|EU

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