La fiscal y el doble agente que pusieron en jaque a la FIFA

En medio de toda la confusión y el polvo que levantó el arresto de siete miembros del comité ejecutivo de la Federación Internacional de Fútbol Asociado, FIFA, este miércoles en Suiza, comienzan a cobrar relevancia los primeros protagonistas que detonaron un hecho histórico.

¿Quiénes son? Dos de los más llamativos son, sin duda, la fiscal general de Estados Unidos, Loretta Elizabeth Lynch, y Chuck Blazer, el exsecretario general de la Confederación Centroamericana y del Caribe de Fútbol, Concacaf, quien se encargó de revelar el entramado de corrupción en la entidad máxima del fútbol internacional.

Cuando este miércoles todo era cruce de aseveraciones y teorías debido a los arrestos en Suiza, fue la voz de la fiscal Lynch lo que comenzó a darle forma a la seguidilla de arrestos de directivos de alto perfil.

«Estamos decidido a terminar con la corrupción en el mundo del fútbol», dijo Lynch a los medios.

Durante una rueda de prensa, que duró más de una hora, la fiscal general explicó cómo se habían desarrollado las investigaciones, quiénes eran los implicados y de qué estaban acusados.

Y gran parte de esa maniobra judicial se sustenta en las denuncias de Blazer, un estadounidense de frondosa barba, quien se convirtió en una especie de «doble agente» y denunció públicamente los fraudulentos procesos en el interior de la Concacaf respecto a los contratos de televisión y mercadeo, en los que él estuvo muy involucrado.

Pero, ¿quiénes son la fiscal y el hombre que pusieron en jaque el organismo deportivo más poderoso del planeta?

La primera fiscal afroamericana

Lynch, de 56 años, juró como la 83ra. fiscal general de Estados Unidos el pasado 27 de abril y de esa manera se convirtió en la primera mujer afroamericana en llegar a una de las principales posiciones en la Justicia de EE UU.

«Si una niña negra del sur de Estados Unidos, que le decía a su abuelito ‘Súbeme en la mula para ver más arriba’, se convierte en fiscal general, cualquier cosa puede ser posible», dijo durante la ceremonia de juramento.

Destacada como académica –recibió la distinción Cum Laude de la Universidad de Harvard en 1981-, se convirtió en una figura notable de los tribunales de su país después de ganar el caso de Abner Louima, un inmigrante haitiano que fue golpeado brutalmente y violado por varios policías en Nueva York en agosto de 1997.

Lynch logró, después de un difícil proceso, que los oficiales policiales involucrados fueran enviados a la cárcel y que Louima recibiera una indemnización por los abusos sufridos.

Después trabajó en el gobierno de Bill Clinton como parte de la oficina del fiscal general. De allí pasó a ser fiscal de la ciudad de Nueva York.

Cuando se conoció la nominación de Lynch por parte del presidente de EE UU, Barack Obama, para reemplazar a su cercano colaborador Eric Holder el pasado mes de noviembre, el periodista del New York Times Matt Apuzzo escribió que Lynch sería «menos activista» que Holder y mucho más «Fiscal General» con todas las letras.

«Sus amigos y colegas describen a Lynch como alguien que ve su posición como la del tradicional fiscal general y no como una abogada de los derechos civiles», escribió Apuzzo.

Y eso parece quedar claro en su primer gran golpe en el cargo que tiene desde el pasado 27 de abril: un proceso sin precedentes en la historia del deporte.

«Las investigaciones muestran que estos comportamientos fraudulentos se han cometido año tras año. Han corrompido el fútbol mundial para proteger sus intereses», sentenció durante la rueda de prensa.

Y dejó un mensaje fuerte para el futuro, que muestra su carácter en el cargo: «Esto es sólo el principio de la investigación».

El hombre de barba tupida

Uno de los rostros más llamativos que han surgido en los medios en las últimas horas, a raíz de las capturas del «escándalo FIFA» y las acusaciones del Departamento de Justicia de Estados Unidos, ha sido el del exdirectivo estadounidense Chuck Blazer.

Blazer, de 70 años, inició su carrera en la dirigencia deportiva cuando se hizo cargo de la conducción técnica del equipo de su hijo a principios de los años 80.

Allí empezó una pasión tardía por un deporte que era poco popular en su país, pero gracias a su amistad con el expresidente de la Concacaf Jack Warner -que inició durante un viaje al Mundial de México 86-, se transformó en una fuerza publicitaria y deportiva imparable para el «soccer» en tierra estadounidense.

Bajo su gestión- fue vicepresidente de la federación de su país hasta 1990-, logró el primer contrato televisivo de la Major League Soccer, MLS, la liga de fútbol de Estados Unidos.

Y con el tiempo, la selección de EE UU se convirtió en una de las más influyentes –casi por encima de la mexicana, según algunos analistas de mercado- de la región.

Pero no fue una gestión muy transparente: durante sus casi 20 años en la cumbre del fútbol estadounidense –tanto en la federación como en la Concacaf, donde fue secretario general hasta 2011- Blazer se encargó de llevar a cabo contratos de mercadeo y derechos de televisión, que son la base de la acusación realizada por el gobierno de Estados Unidos.

En 2011, una investigación del periodista Andrew Jennings, del diario británico The Independent, revelaba que Blazer –que pertenecía al comité ejecutivo de la FIFA- había cobrado 10% de comisión por la adjudicación de cada uno de esos contratos que involucraban el torneo de naciones de la Concacaf (la llamada Copa de Oro), varios torneos de clubes, franquicias de mercadeo, entre otros negocios.

De esa manera, afirmaba Jennings, Blazer se había embolsillado $ 20 millones.

Ese mismo año, Blazer fue obligado a renunciar a sus cargos en el fútbol y fue acusado de recibir sobornos.

Arrepentido de sus actuaciones, decidió colaborar con la justicia de su país y con el Buró Federal de Investigaciones, el FBI.

Lynch y Blazer

Entonces es aquí donde la relación entre ambos personajes comienza a trazarse.

De acuerdo con información del diario británico The Times publicada hace un año, al verse acosado por las autoridades de su país y con la probabilidad de ir a la cárcel, Blazer decidió colaborar con la Justicia.

Además de entregar documentos y pagar elevadas sumas de dinero a modo de fianzas, el hombre de la barba frondosa también decidió convertirse en un «infiltrado».

Según las revelaciones del diario británico, Blazer viajó a los Juegos Olímpicos del Londres de 2012 donde se reunió con varios dirigentes del fútbol que conocía de sus días al frente de la federación estadounidense y la Concacaf.

Y con un micrófono instalado en uno de sus llaveros logró grabar aquellas conversaciones, que se convirtieron- junto a los documentos entregados por el propio Blazer- en la base de la investigación que adelantó la oficina del fiscal en Nueva York, que Lynch lideraba.

De acuerdo con las revelaciones hechas ante la corte encargada del caso y por el diario británico The Guardian, la actual fiscal general de EE UU venía trabajando desde hace años en las investigaciones, debido a que algunos casos involucraban su jurisdicción como fiscal del distrito de Nueva York.

Y este miércoles, el rostro de ambos personajes invadió las portadas de los diarios y las televisiones como los dos grandes responsables –cada uno desde su lado de la historia- de detonar el «escándalo FIFA».

DC | BBC

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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