Un escándalo sin necesidad, por Alberto López Núñez (@alopeznunez)

La farsa de los llamados diálogos de paz de La Habana, consiste en una capitulación incondicional del gobierno (queriéndose atribuir la legitimidad del Estado), planificada y diseñada al detalle por el Foro de Sao Paulo, cocinada por el gurú del comunismo del Chicó (ese que explota al pobre pueblo con lemas marxistas de reivindicación del proletariado) Enrique Santos.

 

Es que ni siquiera hay una fundación filantrópica que done leche a los niños pobres de Bogotá, por ejemplo, por parte de esos plutócratas hermanos comunistas Santos, pero si hay una Fundación Buen Gobierno, que como en todo régimen monárquico pasa de padre a hijo, se encarga de hacer billonarios negocios, algunos inclusos de lesa traición a la Patria (óigase la Hora de la Verdad, respecto a los negocios Santos- Blair). Implementada por un sesudo equipo -de, es verdad, hay que reconocerlo, geniales intelectuales y burócratas-, empeñado en imponer el régimen de la maldad, como Sergio Jaramillo Caro, Frank Pearl y Alejandro Éder.

 

Pero faltaba algo ¿Qué sería? Pues darle legitimidad a ese negociado entre las dos plutocracias colombianas: la tradicional oligarquía colombiana, representada por Santos, y la de los carteles narcotraficantes, en sus dos vertientes, la de los narcos tradicionales, representados por Samper y la de los narcoterroristas criminales de lesa humanidad de las Farc.

 

A los carteles tradicionales ya se sabe cómo se les hace la vuelta, billones de dólares, champagne, putas y maricas, eso es lo que siempre ha querido Samper y sus acólitos. A los narcoterroristas y criminales de lesa humanidad, como buenos discípulos del marxismo leninismo hay que darles además de lo anterior, el poder. Pues ese era precisamente el objetivo de Juanhampa instruido por el Foro de Sao Paulo.

 

Eso era fácil de obtener por parte de los venales poderes legislativo y judicial, de los banqueros y demás gremios empresariales, de los sindicatos, medios de comunicación, etcétera, para eso es la “mermelada”, y si se necesita hundir más al país económicamente, pues se lleva al creador de la mermelada a ECOPETROL, para que la quiebre pero que nos reparta esas ultimas monedas que nos queda para asegurarle el traspaso del poder a las FARC. Qué sabio fue Lenin, cuando dijo que los capitalistas vendían la soga para que los ahorcasen.

 

Aparentemente sólo había una piedra en el zapato: los militares. Obviamente el alto mando siempre está servil al Comandante en Jefe, ¿pero qué se hacía con los mandos medios y la tropa?

 

Allí, y quizás JJ tuvo parte en ello, apareció el fenómeno Mora; yo lo creía sinceramente un militar incólume, pero resultó un bribón de quinta categoría, por unas monedas de plata, cual Judas, traicionó a la Patria. En una primera fase imitando a Shakira, haciendo de sordo, ciego y mudo en La Habana, para legitimar la claudicación del gobierno ante los criminales de lesa humanidad y narcoterorristas de las Farc.

 

Ahora que el Kerenski colombiano ya no lo necesita allá, lo pone de ventrículo en los cuarteles para asegurarles a los militares que su seguridad social está asegurada, cómo si esa fuera la preocupación de ellos.

 

Y eso no lo digo yo, sino un comunicado de la Asociación de veteranos de la Fuerza Pública que cito: “Se necesita demasiada miopía para no ver el peligro latente que encierran unas negociaciones en las que se conceden sin escrúpulos todas las inimaginables condiciones que exigen los bandidos. ¿Acaso Mora no sabe para dónde van? ¿Qué libreto están cumpliendo y cuáles son sus últimas pretensiones?

 

¿Será difícil visualizar que lo que está en riesgo es la misma supervivencia de la República? ¿Que el modelo de país que nos quieren imponer es el mismo que están sufriendo cubanos y venezolanos? ¿Que los derechos y libertades podrán ser en un futuro no muy lejano, triste quimera?”

 

Y la razón para esa hasta ahora para mí extraña actitud del general Mora está explicada por ellos:

 

“No podemos esperar mayor cosa de alguien que fue servil y arrodillado ante Pastrana, que permitió que en el batallón Cazadores ondeara un trapo con las insignias de las Farc en lugar del pabellón nacional, que igual a muchos otros de su calaña y arrogancia de pavos reales sin carácter nunca tuvo los pantalones para defender al Ejército, ni uniformado ni mucho menos de civil, en una mesa de conversaciones donde a juzgar por lo visto actuó como convidado de piedra y como uno de los mudos de De La Calle.”

 

Esto lo señala clara y públicamente quienes lo mejor lo conocen sus colegas y así lo certifica el Capitán Juan Alfonso Fierro Manrique – Presidente ANALVET. Ahora entiendo que todo el drama de la salida de Mora fue un escándalo sin necesidad.

 

DC/ PHD Alberto López Núñez / @alopeznunez

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