La Ley del Poder, por Raúl Parra (@RaulParraT)

De seguro has oído hablar del programa de recuperación de Los 12 Pasos, de Alcohólicos Anónimos (organización creada en 1935), y aplicado luego a muchas otras adicciones. Los participantes de estos programas suelen preguntarse con desconcierto: ¿Me es imposible dominar mi conducta? Si no puedo dominarla, ¿Cómo se me hace responsable de mis actos? ¿Qué cosas sí puedo dominar? Si en algo coinciden Los 12 Pasos y las Sagradas Escrituras es que las personas deben admitir que moralmente son un fracaso. Los alcohólicos anónimos admiten que no pueden, de sí, controlar su adicción; no tienen el fruto del dominio propio.

 

¿Luchas con algo que no puedes controlar? Si eres como yo, te identificas con el doctor Pablo, quien expresó: No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco… De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero… pero me doy cuenta de que en los miembros de mi cuerpo hay otra ley, que es la ley del pecado. Esta ley lucha contra la ley de mi mente, y me tiene cautivo. (1) Conclusión: manejamos falta de dominio. Adicionalmente, el apóstol Juan afirma que todos batallamos con pecados, y si alguien dice lo contrario está mintiendo.

 

La ley del poder enseña que no tienes poder en ti mismo para vencer estos patrones de conducta, pero sí lo tienes para producir los frutos de la victoria en el futuro: 1. Tienes poder para confesar la verdad acerca de tu problema. Confesar significa: estar de acuerdo. Al menos puedes decir: Este soy yo: alcohólico, neurótico, narcodependiente, irascible, mitómano, pornógrafo, entre otros. Quizá todavía no puedas cambiarlo, ¡pero puedes confesarlo!  2. Tienes poder para entregar tu incapacidad a Dios, para rendir tu vida a Él y solicitar Su ayuda. No te arrogues el Complejo Rogozov: El médico ruso Leonid Rogozov, en 1961, en una expedición soviética a una estación antártica enfrentó una peritonitis por apendicitis aguda, y, siendo el único médico presente en el equipo, se operó a sí mismo ¡y se salvó! Quizás tú no puedas sanarte a ti mismo, pero puedes llamar al Doctor (Dios). Si haces lo que puedes: confesar, creer, y solicitar ayuda, Dios hará lo que tú no puedes, ¡producirá el cambio!  3. Tienes poder para darle la espalda al mal que mora en ti. Esto se llama arrepentimiento. 4. Tienes poder para humillarte y pedir ayuda a Dios y a otros, para tratar las lesiones sufridas durante tu desarrollo y las necesidades pendientes desde la niñez. 5. Tienes poder para reconciliarte con quienes has lastimado y reparar el daño. Tomando así la responsabilidad de tu vida y de tu pecado, y respondiendo a quien has agraviado.

 

Piensa en esto

 

Te invito a meditar en la Oración de la Serenidad (quizá la mejor oración sobre límites alguna vez escrita): Dios, dame serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las cosas que sí puedo cambiar, y sabiduría para distinguirlas. En otras palabras: Dios, ¡muéstrame mis límites! ¡porque lo que esté dentro de ellos lo puedo intervenir, lo que esté fuera de ellos, no lo puedo cambiar!

 

La ley del poder te enseña que es posible someterse a Dios para que te cambie, pero no es posible cambiar a otra persona… ¡No sufras más intentándolo! Cambia tú para que los patrones destructivos de ellos no te afecten más a ti y recupera tu salud.

 

Romanos 7:15, 19, 23 (NVI) ; Mateo 5:23-24 (NVI)

 

DC / Raúl Parra / Pastor / rlpt10@yahoo.es / @RaulParraT

 

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