Exescolta de Cabello: “Eran toneladas de droga envuelta y las llamaban hallacas”

A requerimiento de algunos representantes de medios contra los que se dirige la demanda presentada por Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional venezolana, por haberse hecho eco de un artículo publicado en ABC, reproducimos a continuación la transcripción de parte del testimonio aportado a este diario por Leamsy Salazar, exguardaespaldas del número dos chavista. Se trata del segmento de la entrevista en la que Salazar detalla la implicación de Cabello en el narcotráfico. La entrevista tuvo lugar el 6 de enero de 2015; no fue grabada, así que se reproduce a partir de las notas tomadas por el periodista. Aunque esencialmente ya se ha hecho pública en las primeras páginas del libro «Bumerán Chávez», la defensa de algunos de los demandados por Cabello considera conveniente su transcripción]

«A Cabello no le gustaba decir el destino a donde íbamos hasta media hora antes de salir. Había que gestionar todo en muy poco tiempo. A veces eran las 10 o las 11 de la noche y los aeropuertos estaban ya cerrados para operaciones, así que tenían que dejar alguien de guardia. Nosotros mandábamos gente nuestra de seguridad antes.

Un viernes de 2013 a las 10 de la noche Cabello me dijo: «Prepara que vamos para Falcón». Llegamos en un Falcón a Punto Fijo. Íbamos el mayor Lansford Castillo, ayudante personal de Cabello, Cabello y yo. Cabello agarra el carro que nos espera y dos carros de seguridad van detrás. Vamos vía cabo San Román y Cabello va hablando por teléfono manteniendo mucho la discreción: «Pollo, ¿cómo es la vaina? Espera que estoy yendo para allí». Yo voy pensando que es algo que tiene que ver con la seguridad del Estado. Cerca de Piedras Negras Cabello me dice: «Diga a seguridad que se queden aquí».

Llegamos a cabo San Román. En los médanos de la playa voy viendo a mucha gente, vestidos de civil, con armas largas. No era una operación militar, no llevaban emblemas; tenían la cara oculta. Pasamos y no paramos hasta llegar donde están cuatro lanchas de alta potencia. Allí está el Pollo con otro personaje con sombrero de paja. Cabello pregunta: «¿Están listas las hallacas? ¿cuántas hay ahí?». Eso no eran hallacas, pero usaban el nombre porque era algo envuelto. Eran toneladas de droga. Los de las lanchas dicen: «Ya estamos listos para el despegue». Se ven las luces de Aruba al otro lado, era una noche muy clara. Ya era medianoche.

Le esperaban a Cabello para dar la orden de salida de las lanchas. El operador de cada una iba con visión nocturna. Eran lanchas deportivas de alto cilindro, con dos motores de trescientos cada lancha. El helicóptero que las persiga tiene que ser muy rápido, es muy difícil alcanzarlas. Cabello dio la orden: ‘que partan de una vez, una detrás de otra’.

Yo me quedo muy extrañado, y en el retorno, para despistar lo que vi, Caballo dice: «Ahora sí les vamos a descoñetar a los líderes de la oposición», como si se fuera a agarrar la droga y decir que era la oposición.

En el viaje Cabello dice: «Mira, Castillo, esta semana está pendiente que el Pollo va a enviar una plata en efectivo en esos camiones, y que pase por donde Tareck, que se quede con su parte, y que siga para la oficina». Le pide que él mismo sea el responsable de recibir el camión. Esa oficina es una casa de Fuerte Tiuna donde Cabello tiene un despacho. Allí tiene hasta sesenta vehículos.

El miércoles siguiente llegó el camión del Seniat, cuyo presidente es el hermano de Cabello. Castillo lo verifica, lo para con los otros vehículos y se queda con las llaves. Yo me metí en mi habitación para cambiarme y luego me encuentro con las puertas abiertas del camión: dentro había cantidad de maletas nuevas con candado. Castillo abrió una en la habitación y yo entré: eran billetes de cien envueltos en envoplast; olía a billete nuevo.

En la habitación en la que nos cambiábamos Cabello instaló una caja fuerte, de unos cuatro metros por tres, de metro y medio de fondo. Allí se metía cierta parte de las maletas, para uso diario. Todo se pagaba en efectivo. Castillo se llevó el camión con el resto de las maletas. Yo ya había visto otras dos veces ese camión del Seniat.

Cuando íbamos de comisión a un estado toda la logística (comida, alojamiento, vehículos) la ponía o pagaba el Seniat, a través de Castillo, que era el enlace.

Cabello y su hermano se iban a cazar a una finca entre Barinas y Apure, al parecer de propiedad de su testaferro. Allí tenía un búnker. Una vez lo vi. Llegamos una noche. Cabello le dice a Castillo: ‘dile a Salazar que se quede a cien metros’. Iban Cabello, su hermano y Castillo. De repente las luces se apagan solas. Luego volvieron a aparecer y dijeron que iban a cazar venado. Entonces yo fui al sitio preguntándome por qué había tanto misterio. Empiezo a alumbrar y veo una compuerta grande, que no tenía llave. La jalé, me metí. Tenía luz. Era un búnker gigante con hierros de conservación, deshumidificador, luces. Tenía cualquier cantidad de dinero en efectivo de pared a pared, montañas, unos encima de otros. Medía unos diez metros por cinco.

Había búnkers en otras fincas: en Bonagas, en Ciudad Bolívar. Yo no fui, pero un colega sí, y le inculparon. El colega me dijo: «Yo fui a las otras dos fincas. Son unos narcos. Yo vi allá caletas de billetes». En un momento dado le implicaron. A mí nunca me quisieron llevar a los otros sitios».

Fuente: DC|ABC.es /HoyEnNoticias

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