Compradores abarrotaron tiendas para adquirir muñecas Barbie

Madres, abuelas y niñas han desocupado las estanterías decoradas con las Barbies a lo largo y ancho de las jugueterías de Caracas tan pronto se enteraron de que el gobierno ordenó la venta de la codiciada y escultural muñeca de plástico a precio de ganga.
Crystal Casanova apenas tuvo tiempo de decorar la vitrina del almacén donde trabaja con las relucientes cajas de fondo rosa cuando un grupo de mujeres arribó al lugar. No tuvo que convencer a nadie de que se llevara la estilizada figura de la muñeca, con su pelo rubio y cuerpo curvilíneo, pues las clientas directamente las sustraían de las cajas de cartón que vienen con el sello de Mattel, la compañía estadounidense que las produce.

En cuestión de minutos, las compradoras barrieron con el inventario de Barbies, vendidas al módico precio de 250 bolívares; unos 2.50 dólares al cambio del dólar en el popular mercado negro.

Desde hace varios años el gobierno ha venido impulsando una política de control de precios a productos de primera necesidad como leche, pañales, o detergentes, acompañada de advertencias de cárcel a los minoristas que acumulen bienes y luego los vendan a un precio superior al que las autoridades consideran como un margen justo de ganancia.

Críticos del gobierno dicen que la política de control de precios desalienta las importaciones y constituye una de las principales causas de la escasez de productos que padece el país.

Esta política ha hecho de la muñeca, una figura a menudo ridiculizada por la izquierda por constituir una herramienta que incentiva el consumismo capitalista, uno de los productos más destacados del Plan Navidades Felices que, según el presidente Nicolás Maduro, tiene el objetivo de evitar que los especuladores arruinen las vacaciones de los venezolanos.

El fallecido presidente Hugo Chávez, mentor de Maduro, criticó «esta estupidez de la Barbie» e hizo un llamado para que Venezuela hiciera sus propias muñecas que le rindieran un tributo a la cultura venezolana.

Activistas de derechos de la mujer a menudo critican a la Barbie porque ofrece una imagen poco realista e, incluso, poco saludable del cuerpo femenino. Se trata, no obstante, de una imagen que muchas venezolanas se esfuerzan por lograr en un país líder en reinas de belleza y cirugías plásticas.

Andrea Alberto, estudiante de 22 años, logró agarrar varias muñecas del anaquel de un almacén mientras su hija de tres años la miraba con algo de perplejidad. Bajo su brazo tenía la Barbie porrista, con sus pompones de espuma, y que en Estados Unidos cuesta unos 24 dólares.

El año pasado, Alberto tuvo que pagar mucho más para poder poner una muñeca de marca bajo su árbol navideño. La Barbie más básica cuesta, en condiciones normales, unos 500 bolívares, lo que representa tres días de trabajo para alguien que gana el salario mínimo.

Otros modelos más elaborados de la muñeca pueden costar unas siete veces más.

El gobierno ha dicho que los minoristas pueden hacer dinero vendiendo el juguete, aún bajo la política de control de precios.
Gremios de empresarios argumentan tienen que vender el producto a pérdida, aunque los minoristas se negaron a comentar sobre el caso específico de las Barbies.

El Ejecutivo también ha vendido productos que gozan de generosos subsidios durante estas fiestas. A comienzos de mes, cientos de venezolanos acamparon durante una noche antes de que se abrieran las puertas de una feria del gobierno y tener así un chance de comprar televisores de plasma, computadoras y refrigeradores a precios muy asequibles.

Con las carencias diarias que obligan a los venezolanos a hacer largas filas para comprar leche y otros productos básicos, la cruzada por reducir los precios de las Barbies y la organización de ferias para comprar electrodomésticos baratos, son bienvenidas por la gente, incluso por quienes han sido críticos de la revolución bolivariana.

«Es por su culpa que estamos metidos en este lío», dice Alberto, en referencia a Chávez mientras se ríe con sus amigos. «Pero supongo que tengo que aceptar que esta vez me estoy beneficiando del chavismo».

María González, que vive en uno de las barriadas pobres construidas en las montañas de Caracas, adquirió dos Barbies vestidas para ir al gimnasio, que en Estados Unidos cuestan $19.5 dólares. Dice que sus nietas y sobrinas nietas aman las muñecas y que nunca había podido darse el lujo de comprar una.

«Van a sentir alegría; emoción», dijo. «Sabes cómo son las niñas con los muñecos». Luego se fue a la parte posterior del almacén a ver si podía conseguir otra Barbie más.

AP | DC

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