Azufre del bueno

Repleto estaba el auditorio de la ONU cuando el ausente comenzó su discurso  vociferando que  allí todavía olía a azufre, en alusión a la presencia de George W Bush,  y esa alegoría a Lucifer bastó para que los titulares de la prensa mundial rompieran el celofán.  Ahora le tocó a Maduro desde el púlpito internacional y con un auditorio atestado de sillas vacías, anunciar la salvación del planeta y su medio ambiente, ante los peligros del capitalismo depredador, y  ni los yukpas asediados por la explotación carbonífera y la destrucción de su sierra de Perijá, le dieron crédito al soliloquio presidencial.

Douglas Zabala/ Abogado/ @douglazabala

Jamás he compartido la salida violenta del poder, de quien en la ONU fue a clamar por los derechos humanos, pero pavonearse ante los ojos del mundo como el gran adalid de la libertad, sólo busca esconder que tras las manifestaciones  iniciadas en  febrero, la Guardia Nacional y demás cuerpos represivo del Estado, no cesaron de violentar los más elementales derechos de los ciudadanos. Asaltos violentos a zonas residenciales, estudiantes asesinados en plenas manifestaciones, son imágenes que todavía los pueblos del planeta y la CIDH no olvidan.

Aquí nadie nos puede venir a echar cuentos de solidaridad internacional, por nuestra sangre corre la estirpe de hombres como Sucre y Bolívar, quienes dejaron sus almas en tierras lejanas por la libertad de otros pueblos. Tampoco tenemos reticencia alguna con nuestros hermanos del África, gracias a ellos conocemos de la bravura del negro Primero, los tambores de San Juan y por supuesto la cadencia de todas las negras venezolanas, acostumbradas a  dejarnos sin aliento al caminar; pero hay que tener bolas  para pararse desde el estrado mundial y anunciar que donará 5 millones de dólares para el Ébola.

El dengue y el chikungunya no es cuento de imperios o guerra bacteriológica, y en el supuesto negado que fuese así, que concepto de la soberanía nacional maneja quien fue a reclamar quizás en justificada razón el bombardeo gringo a los pueblos del medio oriente, cuando anuncia que traerá a un ejército de especialistas en estas guerras químicas, de un país que en fin de cuenta nunca operaria con neutralidad alguna a la hora de emitir opiniones, por demás comprometida con el chorro que no les cesa, de nuestro primer recurso natural y fuente de nuestras divisas.

Sería una mezquindad al empeño puesto por el Comandante, tan descomunal como la aseveración realizada por Nicolás, en torno al cumplimiento de todas las metas del milenio, propuestas por  la Asamblea General de las Naciones Unidas en el 2000. Es verdad que durante el periodo del eterno, este logró importantes avances en  cuanto a la erradicación de la pobreza extrema y el hambre; también es cierto que hoy se  garantiza más  el acceso a una educación no sólo primaria, inclusive ha habido una masificación  hasta el  nivel universitario, más allá de lo logrado en la cuarta república.

Ahora bien, estos avances desde la llegada de quien alardea de proletario en el Bronx, han tenido un serio retroceso.  La pobreza en un año ha repuntado debido a la escasez, y para colmo,  la inyección de recursos directos y masivos, ejecutados a través de las Misiones, corre grave peligro por la inflación y por la dificultad que tiene el  Estado de poder cumplir con ellas, debido  a la falta de liquidez monetaria. Hoy  se requiere más de dos salarios mínimos para cubrir la canasta alimentaria familiar y las devaluaciones sucesivas del bolívar pulverizan nuestros bolsillos.

En fin, mientras el otro fue a la ONU a denunciar y con razón, de los peligros que corría la humanidad con aquel que destilaba el pestilente olor del demonio, este desde que llegó a la presidencia, a ´pesar de la grandilocuencia de su discurso en New York,  se ha  empeñado en echarle  azufre del bueno, a todos los venezolanos y en particular a las esperanzas de quienes  creyeron que de verdad él era el hijo de Chávez.

DC/ Abog. Douglas Zabala/ @douglazabala