El Papa se reúne con jóvenes y presos y retorna a Copacabana

El papa Francisco tiene este viernes en Rio una maratón de reuniones: confiesa a jóvenes, almuerza con otros, se reúne con presos y regresa a Copacabana en la noche para un Via Crucis para el que se espera más de un millón de personas.

Desafiando la lluvia y un frío poco habitual en Rio, 1,5 millones de personas aclamaron al primer papa latinoamericano de la historia en la noche del jueves en la playa de Copacabana, donde dio la bienvenida a los peregrinos que asisten a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).

«¡Qué fiesta de recibimiento inolvidable en Copacabana! ¡Dios los bendiga a todos!», comentó el papa argentino en su cuenta de Twitter la mañana de este viernes.

Foto/AFP
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La intensa jornada de este viernes frío pero de cielo despejado para el llamado «papa del pueblo», de 76 años, comenzará con la confesión de cinco jóvenes que hablan italiano, español y portugués en la Quinta da Boa Vista, un gran parque de Rio, siguiendo una tradición iniciada por su antecesor, Benedicto XVI, en el marco de la JMJ

La confesión -la reconciliación con Dios- es un acento del pontificado de Francisco, que se ha mostrado llano y accesible en su primer viaje a la región donde nació y vivió casi toda su vida, acercándose a la gente y hasta aceptando un mate al paso del papamóvil.

Reunión privada con presos

El papa, que llamó a los jóvenes a armar «lío» y sacar la Iglesia a la calle para que no se convierta «en una ONG», almorzará luego con 12 peregrinos de la JMJ de los cinco continentes.

En privado, lejos de las cámaras, cinco prisioneros también serán recibidos por el papa en el palacio arzobispal de San Joaquín.

El miércoles, el pontífice, que predica el contacto con el pueblo y la defensa de los más desposeídos, se reunió con drogadictos en un centro de rehabilitación que inauguró en un hospital franciscano.

El jueves caminó por las calles de la favela de Varginha, donde visitó a una familia y pidió más inclusión social para los marginados y no desanimarse con la corrupción, tras las recientes manifestaciones que han sacudido Brasil.

«Francisco es el papa de la periferia y nos enseña a ver a aquellos que están en la periferia de nuestro corazón. Él es Francisco de los nuevos tiempos y lo que falta para la Iglesia», dijo a la AFP una monja brasileña de 38 años que sólo quiso identificarse como Gabriela, y que fue a verlo en Copacabana.

América Latina es la región con más católicos del mundo, más de un 40% del total, pero pierde fieles desde hace 30 años mientras crecen las iglesias pentecostales y el laicismo.

«Una energía increíble»

Al caer la noche, Francisco volverá a pasearse en papamóvil descubierto por la avenida que bordea el mar en la playa de Copacabana, hasta llegar a donde estará la primera de las 14 estaciones del Via Crucis, adaptadas a temas como las redes sociales, la droga, la religiosidad, la defensa de la vida y los enfermos terminales. En cada estación hablará una persona, entre ellos un misionero, un exadicto y una religiosa que lucha contra el aborto.

Francisco pronunciará luego un discurso ante un mar de gente que se estima volverá a superar el millón de personas.

«El papa muestra durante este viaje, al igual que en Roma, una energía increíble. ¡No aprovecha ni siquiera los momentos en los que podría descansar! Está siempre en acción», dijo el portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi.

«Veremos hasta qué punto logramos seguirlo y hasta cuándo conservará este nivel de energía», agregó bromeando.

A raíz de la lluvia, el programa de la JMJ de los próximos días fue modificado: la peregrinación de 13 km prevista para el sábado fue anulada, al igual que una vigilia en la noche del sábado al domingo en el Campus Fidei, un terreno baldío de 300 hectáreas en Guaratiba, a 60 km al oeste de Rio, que quedó lleno de barro y pozos de agua.

En lugar de la vigilia, se celebrará una oración en Copacabana el sábado por la noche a la que también asistirá el papa.

La misa de clausura de la JMJ, prevista también en Guaratiba, fue transferida a la playa de Copacabana.

Desde enero, cientos de obreros trabajaban en la construcción de un enorme y costoso altar circular con cientos de columnas en el Campus Fidei que quedará convertido en un «elefante blanco».

DC/Panorama

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