Sinfónica Simón Bolívar rinde homenaje al maestro José Antonio Abreu

Esa tarde, el maestro José Antonio Abreu ingresó curioso a la Sala Simón Bolívar del Centro de Acción Social por la Música, pensando que escucharía el avance de uno de los ensayos de la orquesta. Cuando atravesó la puerta del palco en el que religiosamente se sienta, en muy pocos instantes se pudo percatar de que aquello era algo muy distinto. Una vez tomó su asiento, ansioso por la intriga, encontró completamente formada a su querida OSSBV, sus músicos vestían de gala como para ofrecer el más lujoso de los conciertos. Y así fue.

Gustavo Dudamel no tardó en ingresar al escenario para dar, en nombre de todos, un breve discurso de hondo agradecimiento a quien invirtiera su vida y su conocimiento en la construcción del modelo de enseñanza musical más influyente del planeta. Nadie ofrecería mejores palabras. Nadie sentiría más el significado de sus propias palabras: «Hoy vamos a tocar la tercera sinfonía de Mahler, una hermosa obra que aborda muchos aspectos del hombre: la vida, la naturaleza, el amor. Y nadie más merece un concierto como éste, que el Maestro. A usted se lo dedicamos», anunció claramente emocionado Dudamel.

Una lluvia de aplausos retumbó en toda la sala. Dos niños músicos ingresaron al palco y colocaron -rodeados todavía de incontables aplausos- la banda tricolor que representa la lucha y los logros de El Sistema, que ha alcanzado a llevar la esperanza de una nueva vida a más de 400 mil jóvenes y niños venezolanos. «El que usted lleve esa medalla significa que todos estamos comprometidos tanto con usted como con su gran obra. Luchamos gracias a usted y lo seguiremos haciendo» finalizó Dudamel.

 

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