Romeo y Daddy Yankee Enamoraron y encendieron la fiesta en Viña del Mar

Entre humo blanco y custodiado por dos figuras mitológicas, Anthony «Romeo» Santos, subido en un trono, abrió la jornada de los ritmos latinos en la Quinta Vergara.

Con gafas de sol, moviendo el cuerpo y una sonrisa permanente en su cara, el estadounidense de origen dominicano hizo su frenético comienzo musical con «You», «La diabla» y «Malevo».

El exlíder, vocalista y principal compositor del grupo Aventura cambió momentáneamente de registro, cantó «Que se Mueran» y dedicó «Su veneno», de su antigua formación, a las «mujeres chilenas venenosas».

Ya fuera a mitad de canción o entre una y otra, el juvenil «Monstruo», como se conoce al público del festival, aprovechaba la ocasión para lanzar miles de fotos, piropear al cantante neoyorquino o dejar sordo al vecino con sus agudos gritos.

Los latidos de las miles de personas que abarrotaban el anfiteatro subieron a cien cuando el cantante se tiró por el suelo, se dejó querer por las chilenas y lanzó «besitos» a la par que interpretaba «Mi corazoncito».

Ante un público mayoritariamente femenino y como prolegómeno de «Los infieles», Romeo Santos preguntó: «¿Quiénes son más infieles? ¿Los hombres o las mujeres?».

«El hombre es infiel por naturaleza, por estúpido, por el pasatiempo, por arrogancia. La mujer es infiel por dos motivos muy peligrosos. Primero, por amor y, segundo, por venganza», sentenció el artista.

La comunión entre los seguidores y el «Rey» de la bachata fue tal que el estadounidense quiso repetir un juego que ya hizo en 2011 cuando estuvo con Aventura en esa ciudad bañada por el océano Pacífico.

El estadounidense eligió a tres afortunados para cantar junto a él «Debate de 4», tras los intentos frustrados de dos seguidoras que solo querían conocerlo.

El tercero, con claros dotes para los ritmos latinos y un increíble desparpajo, conquistó a la multitud, que pidió para él, aunque sin éxito, una de las antorchas con las que se premia a los artistas del certamen.

También solicitaron un galardón para su incondicional amor, petición escuchada con la antorcha de oro, justo cuando se cumplía una hora de concierto.

Romeo Santos prosiguió su repertorio alternando temas propios de su primer disco, «Fórmula 1», como de Aventura, al igual que hiciera tiempo atrás en el Madison Square Garden de Nueva York.

Entre bachata, baladas y R&B, hubo tiempo para el cante flamenco, acompañado de palmas y acordes de guitarra, que sirvieron para abrir boca antes de «Mi Santa».

Por primera vez en toda la noche, el caribeño se acordó de los hombres «que aman a una mujer», pero estaba claro que el concierto de «bachata», de «romanticismo», tenía claro protagonismo femenino. 

«Ellas están preparadas para todo», advirtió Romeo Santos, que enganchó a los presentes con un poco de salsa y con el reguetón de la «Gasolina», para darles «Noche de sexo», del dúo Wisin & Yandel, que se presentará en ese mismo escenario este viernes.

La Quinta Vergara se volvió loca, meneó el esqueleto, alzó los brazos, juntó sus cuerpos y coreó el exitoso tema, compuesto por Santos.

En pleno apogeo del concierto, el latino fue premiado primero con la antorcha de oro y la gaviota de plata, y minutos después con la gaviota de oro, un obsequio que se concedió por primera vez en 2012 al mexicano Luis Miguel y que ayer ya se entregó al grupo Maná.

Después de más de dos horas de actuación, la canción «Obsesión», con la que se hizo famoso mundialmente el grupo Aventura, sirvió para cerrar el reinado de una noche de bachata.

Luego el turno fue para el puertorriqueño Daddy Yankee, quien hizo valer su tarjeta de presentación como el «Big Boss» (gran jefe) del reguetón y prendió de fiesta el Festival de Viña del Mar a base de sus letras más discotequeras. 

Con gorra negra, gafas de sol y un recital de joyas, el reguetonero no escatimó energías para poner de pie a los 15.000 asistentes a esta jornada del festival, que en los últimos años ha situado a ese género como uno de los imprescindibles en su parrilla. 

En su tarea para reconquistar el anfiteatro de la Quinta Vergara, donde ya estuvo en 2006 y en 2009, el boricua, que ha incursionado también en el merengue y en los sonidos «tecno», contaba con una baza a favor y otra en contra. 

En su segunda velada, el certamen congregó a un público joven, fiel seguidor de Romeo Santos, el exvocalista de Aventura que abrió la noche a ritmo de bachata con un espectáculo que se prolongó por más de dos horas, y por supuesto también del intérprete de «Ella me levantó». 

Pero precisamente por esa demora inicial Daddy Yankee tuvo que saltar al escenario cuando eran ya las 2.30 horas (5.30 horas), tras la actuación de un grupo de humoristas y de las interpretaciones de las competencias folclórica e internacional. 

Para contrarrestar el cansancio y las frías temperaturas del verano austral, el artista echó mano de su artillería al compás de Lovumba, que forma parte de su disco «Prestige», lanzado el pasado septiembre, y de sus éxitos de antaño, como «Pose», «Lo que pasó, pasó» y «Cómo te voy a olvidar». 

Puesto en pie el auditorio y con su equipo de bailarines dominando el escenario, Daddy Yankee desplegó sus dotes para improvisar nuevas letras y convertir el anfiteatro en una fiesta, iluminada por instantes por los flashes de cámaras y celulares. 

A sus 36 años y con casi dos décadas de carrera a sus espaldas, el puertorriqueño demostró de nuevo que es capaz de dominar como nadie las claves del reguetón, un género que se ha extendido como una mecha por el continente, aunque sus detractores también se cuenten por miles. 

De su último álbum, el sexto de su carrera, el artista rescató temas como «Pasarela» o «Mami ven a mí», que canta a dúo con Prince Royce, mientras que su repertorio más conocido, como «Qué tengo que hacer» o «Llamado de emergencia», desató la euforia del público. 

Raymond Luis Ayala, el hombre con cara de niño que se esconde tras la máscara de Daddy Yankee, dejó escapar una sonrisa de sincera felicidad al ver premiada su entrega con dos antorchas y dos gaviotas, es decir, el lote completo de premios del festival. 

Como colofón al estallido de luces y sensualidad, Daddy Yankee echó más leña al fuego con su iniciática «Gasolina» y con la coreada «Ella me levantó», que tras hora y media pusieron término a una nueva cita del reguetón con el Festival de Viña. 

El próximo encuentro no se hará esperar: este viernes, el dúo puertorriqueño Wisin y Yandel volverán para recordar que el certamen, que se retransmite por televisión en más de veinte países de la región, tiene en estas figuras latinas a un aliado para batir audiencias.

 

 

 

DC/Globovisión

 

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