Yo lo llamo ironía secreta

A veces recuerdo como me gustaba la navidad, en especial porque sentía que la gente le bajaba al ritmo y todos se toleraban un poco más y a veces hasta pretendían que se caían bien unos a otros. Eso por supuesto ha venido en detrimento y la verdad no me extraña, es más hasta creo que lo vi venir. Lo comencé a sospechar hace mucho tiempo, por allá en mi lejana infancia, cuando por primera vez escuché las nefastas palabras Intercambio de Regalos.

De pana que estoy casi convencido que los intercambios de regalos fueron la estrategia que el diablo implementó para sabotear todo ese asunto de la navidad. Y aún con con todo eso, como la humanidad no era lo suficientemente miserable al algún genio se le ocurrió la manera de empeorar este drama de los intercambios introduciéndole un preámbulo, e inventó al amigo secreto.

Entonces si para mi la navidad era como un ventilador que calmaba a los acalorados marabinos, los intercambios son como poner el ventilador a toda mecha despelucando a todos por igual. Pero bueno, el asunto no estaría tan mal si no añadiéramos al amigo secreto en esta analogía, donde para mi este viene representado por 650 gramos de estiercos freco de vaca, lanzado con fuerza contra las aspas del ventilador a full mecha. El resultado no es precisamente un cuadro de Pollock.

Y ahí tienen, ahora no sólo tienes que comprarle un regalo a la gorda de contabilidad que te tocó en el intercambio, que por cierto dejó dicho que quiere de regalo uno de esos micro pantaloncitos sexis que se están usando ahora y tu estás pensando si con las cortinas de tu casa te alcanzará la tela para mandárselos a hacer; sino que de paso tienes que pasar un mes enviándole chocolates y escribiéndole notitas sobre lo chévere y buena nota que es, agradeciéndole por todo lo que representa para ti (como ser capaz de generar una gran sombra bajo la cual te refugias del sol cuando están juntos en la parada del autobús) y ofreciéndole siempre ser su apoyo (por favor que no se lo tome de manera literal).

¿No es acaso eso suficiente para entender por qué la navidad ha perdido gran parte de su espíritu? ¿Por qué mejor no nos olvidamos de tanto protocolo navideño e intentamos ser simplemente más tolerantes y comprensivos para con los demás? No se preocupen, yo realmente creo que el verdadero espíritu de la navidad aún está presente, simplemente está oculto (probablemente detrás de la gorda de contabilidad).

 

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