Reconocer nuestros miedos

No suele ser nada fácil identificar nuestros miedos y temores y tendemos a confundir entre una y otra definición aunque existan similitudes entre ellas.

Es necesario reconocer que cuando estamos en presencia del estrés, que en la actualidad afecta millones de personas, existe una incapacidad para adaptarse a una situación determinada y el individuo se ve forzado a ajustarse a determinada circunstancia.

Cuando nos enfrentamos a situaciones que implican exigencias fuertes, corremos el riesgo de agotar los recursos emocionales de afrontamiento  que poseemos y esto va a desencadenar manifestaciones externas, que pueden ser expresadas a través de una emoción negativa como el miedo.

Cambios físicos como nerviosismo, taquicardia, sudoración, dificultad para dormir, irritabilidad, falta de concentración, hiperviglancia y sobresalto, suelen ser los más comunes en individuos que se proponen expectativas que demandan mayor esfuerzo, a las cuales finalmente le temen, por llegar a pensar que no podrán lograrlo y se desajustan emocionalmente ante dichos  acontecimientos.

Cuando nos sentimos angustiados experimentamos una sensación negativa que nos inmoviliza, nos limita en nuestra capacidad de reacción y en  nuestra vida en general. Ya notenemos placer por los gustos de la vida, experimentamos tristeza, se produce una falta de motivación hacia nuestro empleo, la vida en familia, las relaciones sociales, la sexualidad, entre  otros.

La ansiedad a su vez influye en nuestra forma de pensar, en nuestras respuestas motoras y fisiológicas, que marcan una intensa inestabilidad y un cierto componente de angustia, que suelen desencadenar depresión con síntomas como falta de voluntad, inseguridad, insomnio, culpa, pensamientos de muerte, falta de concentración  desesperanza, pesimismo.

Las personas que padecen depresión manifiestan además de desanimo, falta de energía y debilidad, síntomas físicos como dolor de cabeza, y trastornos digestivos que varían en cada individuo. Sienten no encontrar solución a sus problemas como si estuvieran en un túnel sin salida.

No es lo mismo tener miedo que sentir miedo, por lo que es necesario que aprendamos a identificar lo que nos sucede y así dar el primer paso para nuestra mejoría, evitando un desenlace impredecible, que nos puede condenar para toda la vida.

 

 

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